El Sacramento de Reconciliación
Aclarando posibles malentendidos
PROPÓSITO
El propósito de este documento es arrojar alguna luz sobre un tema fundamental del Catolicismo y de otras denominaciones cristianas: El “porqué” del Sacramento de Reconciliación, cómo “funciona” y sus beneficios.
INTRODUCCIÓN
El Sacramento de Reconciliación es tradicionalmente llamado “Confesión” en la Iglesia Católica (Occidental y Oriental). Este Sacramento se lleva a cabo por una interacción prescrita entre el penitente y el sacerdote. Consiste, después de una adecuada preparación del penitente, en la confesión de todos los pecados cometidos por obra u omisión desde la última vez que el Sacramento fue ejercitado. Esta confesión de pecados/faltas es seguida de una instrucción/iluminación dada por el sacerdote confesor para el beneficio del alma del penitente y concluye con la absolución general concedida al penitente por el confesor, dada en Nombre de Dios.
Litros y litros de tinta han sido utilizados en libros doctrinales católicos, catecismos, apologéticas, etc. exponiendo la necesidad, beneficio, etc. de este Sacramento. No tenemos la intención de recopiar o reescribir todo ello. Vamos a intentar explicar, desde un punto de vista muy práctico, por qué es realmente una buena idea.
DETALLES
Este Sacramento Católico obviamente no es un requisito absoluto para la salvación del alma. Si así fuera, la Administración de la Iglesia Católica sería espiritualmente culpable ante el Trono de Dios por todas las almas perdidas como resultado de la fracasada Evangelización sucedida en los últimos 1600 años. (1)
Sin embargo, tal como ya hemos escrito en otro sitio (2) acerca de los grandes méritos de la Fe Católica Romana, el Sacramento de Reconciliación contiene todos los elementos para ayudar a un alma, de la mejor manera posible, a encontrar y seguir su camino a Casa. Por supuesto esto ha sido mal empleado y abusado por algunos de los hombres que dicen estar al servicio de Dios (3)(4), no obstante, no debemos permitir a esa triste realidad destruir algo que en su corazón es un instrumento excelente de Evangelización.
Un grito de batalla post Vaticano II, obviamente introducido por los enemigos de Dios y no por el propio Concilio, para demoler los beneficios que pueden encontrarse en el Sacramento de Reconciliación, es: “No necesito confesar mis pecados a un hombre; los confieso a Dios directamente.”
La sutileza destructiva oculta en tal postura puede encontrase en el núcleo del maquillaje psicológico de un ser humano:
1.– Es muy, muy duro para un ser humano confesar, a otro ser humano, pecados cometidos,
serios y no tan serios, mientras que es bastante fácil “confesar” tales malas obras / pecados
a una deidad sobre la que muchos hablan pero con la que pocos tienen una relación interna.
[Sentirse profundamente dolido y arrepentido ante la presencia de Dios (que es simultáneamente
demoledor y edificante) es un don de Dios concedido a muy pocas almas.]
2.– La psique humana puede jugar trucos consigo misma y satanás puede tomar partido de ello; sin embargo, cuando llevamos/compartimos/discutimos pensamientos/ideas/temas con otro ser humano (comúnmente conocido como “efecto rebote” al “escuchar nuestro eco” en otro ser humano), si estamos practicando juegos psicológicos con nosotros mismos, éstos serán expuestos rápidamente y el daño espiritual será evitado.
2.– La psique humana puede jugar trucos consigo misma y satanás puede tomar partido de ello; sin embargo, cuando llevamos/compartimos/discutimos pensamientos/ideas/temas con otro ser humano (comúnmente conocido como “efecto rebote” al “escuchar nuestro eco” en otro ser humano), si estamos practicando juegos psicológicos con nosotros mismos, éstos serán expuestos rápidamente y el daño espiritual será evitado.
No necesitamos componer un tratado de psicología para apoyar/demostrar la condición humana recién descrita. Sería tan superfluo como hacer un tratado de geofísica para probar al lector que la fuerza de gravedad existe. Esto es precisamente de lo que trata la Dirección o Guía Espiritual: de ayudar a un ser humano a ver/diseccionar/evaluar/descubrir (no dictar) las verdaderas razones que hay detrás de nuestros pensamientos e intenciones, evitando así convertirnos en un peón para satanás.
¿Qué va ha hacer entonces el fiel católico con el Sacramento de Reconciliación al considerar la triste condición moral y legal de la Iglesia Católica Romana en que se encuentra hoy día? La respuesta es bastante simple: ¡Recurrir a Dios! Pídale que se cruce en su camino con el confesor apropiado o con un director espiritual de confianza. En cualquier caso: prepárese a sí mismo y al confesor/individuo de confianza a través de la oración (5) y permita a Dios hacer Su parte.
¿Y qué hacer si usted está en una proverbial “isla desierta” sin esperanza de encontrar un confesor o un individuo de confianza o éste no parece hallarse ni siquiera permaneciendo en el centro de la ciudad en hora punta? Entonces debemos asumir que tal es la Voluntad de Dios, por tanto...
Su deseo ardiente de enmendarse ante Dios, a través de los “canales apropiados”, y no para ser engañado por sí mismo o por el individuo equivocado, la voluntad de usted de desnudar su alma ante Dios y de buscar Su perdón y ayuda para prevenir pecar en el futuro, serán más que suficientes. Usted será perdonando, en última instancia —y para disgusto de ciertos miembros de la Jerarquía Católica-Romana a quienes les gusta “asumir el papel de Dios” (6) — es Él quien concede el perdón y no el hombre.
Penitentes, tomen nota: “Dios”, como dice el dicho, “no ha nacido ayer” y recomendamos seriamente que nadie intente practicar juegos con Dios y usar la iluminación recién expuesta para llegar con un desvío creativo con el fin de evitar las salvaguardas de compartir/desnudar/discutir esos “oscuros secretos” con otro ser humano en un esfuerzo por volver al buen camino hacia el Padre.
Confesores, tomen nota: Por la misma razón mencionada arriba, recomendamos seriamente que nadie intente utilizar este “poder” para beneficio personal, no sea que averigüen ustedes el significado íntegro de: “Sería mejor para él si una piedra de molino fuera puesta alrededor de su cuello y fuera arrojado al mar...” [Lucas 17:1-2]
NOTAS
(2) Nuestra posición en lo referente a la Fe Católica
Romana, el Obispo de Roma —el Papa— y el Vaticano
(3) Del Catecismo de la Iglesia Católica Romana, 2a Edición – Párrafo No. 1445
“Las palabras atar y desatar significan: aquel a quien excluyáis de vuestra comunión, será
excluido de la comunión con Dios; aquel a quien recibáis de nuevo en vuestra comunión, Dios lo
acogerá también en la suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la
reconciliación con Dios.”
Esta declaración obviamente debe referirse a la iglesia como tenía que haber sido y no a
la Iglesia Católica Romana “tal cual es”, pues Dios debe de estar en “comunión” con ella
tanto como lo estaba con la iglesia equivalente [el Templo y sus Maestros] del tiempo de Nuestro
Señor. Dios no permitiría que ese poder permaneciese en una Administración que ha perdido su
camino hasta el punto de que, al final, se convertirá en la sede del
Falso Cristo. ¡Que Dios tenga piedad de Sus hijos inocentes
enredados en esa trampa mortal!
(4) El papado – Una perspectiva histórica (en Inglés)
(5) Antes de abrazar el Sacramento de Reconciliación, y antes incluso de intentar hacer el
oportuno examen de conciencia, rece en serio para que el Espíritu Santo de Dios le muestre sus
verdaderos pecados y le ayude a expresarlos adecuadamente al confesor. Entonces suplique al
Espíritu Santo de Dios para ayudar al Confesor a entender lo que usted le comunica y, a su vez,
que éste le dirija precisamente las palabras que Dios quiera comunicarle a usted. Entonces,
pídaLe otra vez ayuda para entender, interpretar y actuar según esas palabras de acuerdo a Su
Sagradísima y Santa Voluntad.
Dios está por encima de todo y si un corazón sincero se Le acerca de esa manera, satanás no
podrá interferir.
miguel de Portugal nunca olvidará una prueba muy específica a la que Dios le sometió para darle
la oportunidad de demostrarle a Él que había practicado realmente lo que decía creer.
Sucedió en Fátima, había un capellán de santuario sobre el que m de P había pensado:
“Sería el último confesor al que iría nunca.” Un buen día, y sin ningún aviso, Dios
desvió a m de P, sin que lo advirtiera, hasta el confesionario de tal capellán. Las oraciones de
preparación habían sido hechas, así que m de P procedió como si en el confesionario estuviera
Dios Mismo. Después de que m de P acabara de enumerar sus pecados/transgresiones/faltas, el aviso
del confesor fue: “Ahora ve a la Capilla de Adoración y escucha lo que Dios te dirá.”
Entonces le dio la absolución. m de P fue directamente a la Capilla de Adoración y, al entrar y
después de la oportuna salutación, Jesús no cesó de hablarle durante al menos diez minutos.
¡El mejor Sacramento de Reconciliación que jamás ha tenido!
Por lo tanto, hermanos y hermanas, la recomendación ofrecida aquí fue bien probada ese día y
viene obviamente de Dios.
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In English: The Sacrament of Reconciliation
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