Biblia de Straubinger (*)
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SECCIONES:
Por Msr. Dr. Juan Straubinger
El autor del tercer Evangelio,
“Lucas, el médico” (Col. 4:14), era un sirio nacido en
Antioquía, de familia pagana. Tuvo la suerte de convertirse a
la fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo fiel
compañero y discípulo fué por muchos años,
compartiendo con él hasta la prisión en Roma.
Según su propio testimonio (Lc. 1:3) Lucas se
informó “de
todo exactamente desde su primer origen” y escribió para dejar
grabada la tradición oral (Lc. 1:4). No cabe duda de
que una de sus
principales fuentes de información fué el mismo Pablo, y
es muy probable que recibiera informes también de la
santísima Madre de Jesús, especialmente sobre la infancia
del Señor, que Lucas es el único en referirnos con cierto
detalle. Por sus noticias sobre el Niño y su Madre, se le
llamó el Evangelista de la Virgen. De ahí que la leyenda
le atribuya el haber pintado el primer retrato de María.
Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia, por
ser el único que nos trae las parábolas del Hijo
Pródigo, de la Dracma Perdida, del Buen Samaritano, etc.
Este tercer Evangelio fué escrito en Roma a fines de la primera
cautividad de San Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus
destinatarios son los cristianos de las iglesias fundadas por el
Apóstol de los Gentiles, así como Mateo se dedicó
más especialmente a mostrar a los judíos el cumplimiento
de las profecías realizadas en Cristo. Por eso el Evangelio de
San Lucas contiene un relato de la vida de Jesús que podemos
considerar el más completo de todos y hecho a propósito
para nosotros los cristianos de la gentilidad.
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LUCAS
1
1 Habiendo muchos tratado de componer una narración
de las cosas
plenamente confirmadas entre nosotros, 2 según lo que nos han
transmitido aquellos que, fueron, desde el comienzo, testigos oculares
y ministros de la palabra; 3 me ha parecido conveniente, también
a mí, que desde hace mucho tiempo he seguido todo exactamente,
escribirlo todo en forma ordenada, óptimo Teófilo, 4 a
fin de que conozcas bien la certidumbre de las palabras en que fuiste
instruido.
I.
INFANCIA DE JESÚS (1:5 - Cap. 2)
ANUNCIACIÓN DEL NACIMIENTO DEL PRECURSOR. 5 Hubo en tiempo de Herodes,
rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abía. Su
mujer, que descendía de Aarón, se llamaba Isabel. 6
Ambos eran justos delante de Dios, siguiendo todos los mandamientos y
justificaciones del Señor de manera irreprensible. 7 Mas no tenían
hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran de edad avanzada. 8 Un
día que estaba de servicio delante de Dios, en el turno de su clase, 9
fué designado, según la usanza sacerdotal para entrar en el Santuario
del Señor y ofrecer el incienso. 10 Y toda la multitud del pueblo
estaba en oración afuera. Era la hora del incienso. 11
Apareciósele, entonces, un ángel del Señor, de pie, a la derecha del
altar de los perfumes. 12 Al verle, Zacarías se turbó, y lo invadió el
temor. 13 Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues tu súplica
ha sido escuchada: Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que pondrás
por nombre Juan. 14 Te traerá gozo y alegría y muchos se regocijarán
con su nacimiento. 15 Porque será grande delante del Señor; nunca
beberá vino ni bebida embriagante, y será colmado del Espíritu Santo ya
desde el seno de su madre; 16 y convertirá a muchos
de los hijos de Israel al Señor su Dios. “Caminará delante de Él con el
espíritu y el poder de Elías, 17 para convertir los corazones de los
padres hacia los hijos”, y los rebeldes a la sabiduría de los justos, y
preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. 18 Zacarías dijo al ángel:
“¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer ha pasado los
días”. 19 El ángel le respondió: “Yo soy Gabriel, el que asisto a la
vista de Dios; y he sido enviado para hablarte y traerte esta feliz
nueva. 20 He aquí que quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en
que esto suceda, porque no creíste a mis palabras, que se cumplirán a
su tiempo”. 21 El pueblo estaba esperando a
Zacarías, y se extrañaba de que tardase en el santuario. 22 Cuando
salió por fin, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido
alguna visión en el santuario; les hacía señas con la cabeza y
permaneció sin decir palabra. 23 Y cuando se cumplió el tiempo de su
ministerio, se volvió a su casa. 24 Después de aquel tiempo, Isabel, su
mujer, concibió, y se mantuvo escondida durante cinco meses, diciendo:
25 “He ahí lo que el Señor ha hecho por mí, en los días en que me ha
mirado para quitar mi oprobio entre los hombres”.
EL ÁNGEL GABRIEL ANUNCIA A MARÍA LA ENCARNACIÓN DEL VERBO. 26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fué enviado por Dios
a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen prometida en
matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David; y el nombre
de la virgen era María. 28 Y entrado donde ella estaba, le dijo:
“Salve, llena de gracia; el Señor es contigo”. 29 Al oír estas
palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30 Mas el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia
cerca de Dios. 31 He aquí que vas a concebir en tu
seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 El será
grande y será llamado el Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el
trono de David su padre, 33 y reinará sobre la casa de Jacob por los
siglos, y su, reinado no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel:
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” 35 El ángel le respondió y
dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te
cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí que tu parienta Isabel, en su vejez
también ha concebido un hijo, y está en su sexto mes la que era llamada
estéril; 37 porque no hay nada imposible para Dios”. 38 Entonces María
dijo: “He aquí la esclava del Señor: Séame hecho según tu palabra”. Y
el ángel la dejó.
VISITA DE MARÍA A ISABEL. EL MAGNIFICAT. 39 En aquellos días, María se
levantó y fué apresuradamente a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 y
entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41
Y sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos
en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. 42 Y exclamó en
alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de
tu seno! 43 ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el
hijo saltó de gozo en mi seno. 45 Y dichosa la que creyó, porque tendrá
cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”. 46
Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor, 47 y mi espíritu se goza en
Dios mi Salvador, 48 porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he
aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; 49 porque
en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre, 50 y su
misericordia, para los que le temen va de generación en generación. 51 Desplegó el poder de su brazo; dispersó a los que
se engrieron en los pensamientos de su corazón. 52 Bajó del trono a los
poderosos, y levantó a los pequeños; 53 llenó de bienes a los
hambrientos, y a los ricos despidió vacíos. 54 Acogió a Israel su
siervo, recordando la misericordia, 55 conforme lo dijera a nuestros
padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre”. 56 Y quedóse María con ella como tres meses, y después
se volvió a su casa.
NACIMIENTO DEL PRECURSOR. EL BENEDICTUS. 57 Y a Isabel le llegó el
tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo. 58 Al oír los vecinos
y los parientes la gran misericordia que con ella había usado el Señor,
se regocijaron con ella. 59 Y, al octavo día vinieron para circuncidar
al niño, y querían darle el nombre de su padre: Zacarías. 60 Entonces
la madre dijo: “No, su nombre ha de ser Juan”. 61
Le dijeron: “Pero nadie hay en tu parentela que lleve ese nombre”. 62
Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo quería que se llamase. 63
El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y todos quedaron
admirados. 64 Y al punto le fué abierta la boca y lengua, y se puso a
hablar y a bendecir a Dios. 65 Y sobrecogió el temor a todos sus
vecinos, y en toda la montaña de Judea se hablaba de todas estas cosas;
66 y todos los que las oían las grababan en sus
corazones, diciendo: “¿Qué será este niño”?, pues la mano del Señor
estaba con él. 67 Y Zacarías su padre fué colmado del Espíritu Santo y
profetizó así:
68 Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y
redimido a su pueblo, 69 al suscitarnos un poderoso Salvador, en la
casa de David, su siervo, 70 como lo había anunciado por boca de sus
santos profetas, que han sido desde los tiempos antiguos: 71 un Salvador para librarnos de nuestros enemigos, y
de las manos de todos los que nos aborrecen; 72 usando de misericordia
con nuestros padres, y acordándose de su santa alianza, 73 según el
juramento, hecho a Abrahán nuestro padre, de concedernos 74 que
librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor 75 en
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76 Y tú, pequeñuelo, serás llamado profeta del
Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos, 77
para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación, en la remisión de
sus pecados, 78 gracias a las entrañas misericordiosas de nuestro Dios,
por las que nos visitará desde lo alto el Oriente, 79 para iluminar a
los que en tinieblas y en sombra de muerte yacen, y dirigir nuestros
pies por el camino de la paz”.
80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los
desiertos hasta el día de darse a conocer a Israel.
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LUCAS
2
NACE EN BELÉN EL SALVADOR DEL MUNDO. 1 En aquel
tiempo, apareció un edicto del César Augusto, para que se hiciera el
censo de toda la tierra. 2 Este primer censo, tuvo lugar cuando
Quirinio era gobernador de Siria. 3 Y todos iban a hacerse empadronar,
cada uno a su ciudad. 4 Subió también José de Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque
él era de la casa y linaje de David, 5 para hacerse inscribir con María
su esposa, que estaba encinta. 6 Ahora bien,
mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento. 7
Y dio a luz a su hijo primogénito; y lo envolvió en pañales, y lo
acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería.
8 Había en aquel contorno unos pastores acamados al raso, que pasaban
la noche custodiando su rebaño, 9 y he aquí que un ángel del Señor se
les apareció, y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió
un gran temor. 10 Díjoles el ángel: “¡No temáis! porque os anuncio una
gran alegría que será para todo el pueblo: 11 Hoy
os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor. 12
Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño envuelto en pañales, y
acostado en un pesebre”. 13 Y de repente vino a unirse al ángel una
multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo:
14 “Gloria Dios en las alturas, y en la tierra paz entre hombres
(objeto) de la buena
voluntad”.
ADORACIÓN DE LOS PASTORES. 15 Cuando los ángeles se partieron de ellos
al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, a
Betlehem y veamos este acontecimiento, que el Señor nos ha hecho
conocer”. 16 Y fueron a prisa, y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verle,
hicieron conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño. 18 Y
todos los que oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían los
pastores. 19 Pero María retenía todas estas palabras ponderándolas en
su corazón. 20 Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a
Dios por todo lo que habían oído y visto según les había sido anunciado.
CIRCUNCISIÓN Y PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO. 21
Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por
nombre Jesús, el mismo que le fué dado por el ángel antes que fuese
concebido en el seno.
22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según
la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al
Señor, 23 según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón primer
nacido será llamado santo para el Señor”, 24 y a fin de dar en
sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un par de tórtolas o
dos pichones”.
LA PROFECÍA DE SIMEÓN. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre
llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de
Israel, y el Espíritu Santo era sobre el. 26 Y le
había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes
de haber visto al Ungido del Señor. 27 Y, movido por el Espíritu, vino
al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con
él las prescripciones acostumbradas en la Ley, 28 él lo tomó en sus
brazos, y alabó a Dios y dijo: 29 “Ahora, Señor, despides a tu siervo
en paz, según tu palabra, 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 que preparaste a la faz de todos los pueblos. 32
Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo”.
33 Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de Él. 34
Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: “Este es puesto
para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una
señal de contradicción – 35 y a tu misma alma, una espada la
traspasará–, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos
corazones”.
LA PROFETISA ANA. 36 Había también una profetisa,
Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había
vivido con su marido siete años desde su virginidad; 37 y en la viudez,
había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba del
Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Se
presentó también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a
hablar de aquel (niño) a
todos los que esperaban la liberación de
Jerusalén.
39 Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del
Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret en Galilea. 40 El niño crecía y
se robustecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él.
JESÚS ENTRE LOS DOCTORES. 41 Sus padres iban cada
año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua. 42 Cuando tuvo doce años,
subieron, según la costumbre de la fiesta; 43 mas a su regreso,
cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus
padres lo advirtiesen. 44 Pensando que Él estaba en la caravana,
hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y
conocidos. 45 Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca
46 Y, al cabo de tres días lo encontraron en el
Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e
interrogándolos; 47 y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su
inteligencia y de sus respuestas. 48 Al verlo (sus padres) quedaron
admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con
nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. 49 Les
respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo
esté en lo de mi Padre?” 50 Pero ellos no comprendieron las palabras
que les habló.
51 Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su
madre conservaba todas estas palabras (repasándolas)
en su corazón. 52
Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y
ante los hombres.
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II.
PREPARACIÓN DE JESÚS PARA LA VIDA PÚBLICA (Cap. 3 -
4:13)
LUCAS
3
PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA. 1 El año décimoquinto
del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea,
Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca de Iturea y de
la Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, 2 bajo el pontificado
de Anás y Caifás, la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías,
en el desierto. 3 Y recorrió toda la región del Jordán, predicando el
bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, 4 como
está escrito en el libro de los vaticinios del profeta Isaías: “Voz de
uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad
sus sendas. 5 Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha
de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los
escabrosos, llanos; 6 y toda carne verá la salvación
de Dios”.
7 Decía, pues, a las multitudes que salían a hacerse bautizar por él:
“Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la cólera que os
viene encima? 8 Producid frutos propios del arrepentimiento. Y no
andéis diciendo dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abrahán”.
Porque os digo que de estas piedras puede Dios hacer que nazcan hijos a
Abrahán. 9 Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; todo árbol
que no produce buen fruto va a ser tronchado y arrojado al fuego”. 10
Preguntábanle las gente “¡Y bien! ¿qué debemos hacer?” 11
Les respondió y dijo: “Quien tiene dos túnicas, dé una a quien no
tiene; y quien víveres, haga lo mismo”. 12 Vinieron también los
publicanos a hacerse bautizar, y le dijeron: “Maestros ¿qué debe os
hacer? 13 Les dijo: “No hagáis pagar nada por encima de vuestro
arancel”. 14 A su vez unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué
debemos hacer?” Les dijo: “No hagáis extorsión nadie, no denunciéis
falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga”. 15 Como el pueblo
estuviese en expectación, y cada uno se preguntase, interiormente, a
propósito de Juan, si no era él el Cristo, 16 Juan
respondió a todos diciendo: “Yo, por mi parte, os bautizo con agua.
Pero viene Aquel que es más poderoso que yo, a quien yo no soy digno de
desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego. 17 El aventador está en su mano para limpiar su era y recoger el
trigo en su granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se
apaga”.
18 Con estas y otras muchas exhortaciones evangelizaba al pueblo. 19
Pero Herodes, el tetrarca, a quien él había reprendido a causa de
Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todas sus maldades, 20
añadió a todas éstas la de poner a Juan en la cárcel.
BAUTISMO DE JESÚS. 21 Al bautizarse toda la gente,
y habiendo sido bautizado también Jesús, y estando Éste orando, se
abrió el cielo, 22 y el Espíritu Santo descendió sobre Él, en figura
corporal, como una paloma, y una voz vino del cielo: “Tú eres mi Hijo,
el Amado; en Ti me recreo”.
GENEALOGÍA DE JESÚS. 23 Y el mismo Jesús era, en su iniciación, como de
treinta años, siendo hijo, mientras se creía de José, de Helí, 24 de
Matat, de Leví, de Malquí, de Jannaí, de José, 25 de Matatías, de Amós,
de Naúm, de Eslí, de Naggaí, 26 de Maat, de
Matatías, de Semeín, de Josech, de Jodá, 27 de Joanán, de Resá, de
Zorobabel, de Salatiel, de Nerí, 28 de Melquí, de Addí, de Kosam, de
Elmadam, de Er, 29 de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví,
30 de Simeón, de Judá, de José, de Jonam, de Eliaquim, 31
de Meleá, de Menná, de Matatá, de Natan, de David, 32 de Jessaí, de
Jebed, de Booz, de Salá, de Naassón, 33 de Aminadab, de Admín, de Arní,
de Esrom, de Farés, de Judá, 34 de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de
Tara, de Nachor, 35 de Seruch, de Ragau, de Falce, de Eber, de Salá, 36 de Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec, 37
de Matusalá, de Enoch, de Járet, de Maleleel, de Cainán, de Enós, de
Set, de Adán, de Dios.
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LUCAS
4
TENTACIÓN DE JESÚS. 1 Jesús, lleno del Espíritu
Santo, dejó el Jordán, y fué conducido por el Espíritu al desierto; 2
(donde permaneció) cuarenta
días, y fué tentado por el diablo. No comió
nada en aquellos días; y cuando hubieron transcurrido, tuvo hambre. 3
Entonces el diablo le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, di a esta
piedra que se vuelva pan”. 4 Jesús le explicó: “Escrito está: «No sólo
de pan vivirá e hombre»”. 5 Después le transportó (el diablo) una
altura, le mostró todos los reinos del mundo, en un instante, 6 y le dijo: “Yo te daré todo este poder y la gloria de
ellos, porque a mí me ha sido entregada, y la doy a quien quiero. 7 Si
pues te prosternas delante de mí, Tú la tendrás toda entera”. 8 Jesús
le replicó y dijo: “Escrito está: «Adoraras al Señor tu Dios, y a Él
solo servirás»”. 9 Lo condujo entonces a Jerusalén, lo puso sobre el
pináculo del Templo, y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, échate de
aquí abajo, 10 porque está escrito: «Él mandará en tu favor a sus
ángeles que te guarden»; 11 y «ellos te llevarán en
palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra»”. 12 Jesús le
replicó diciendo: “Está dicho: «No tentarás al Señor tu Dios»”. 13
Entonces el diablo habiendo agotado toda tentación, se alejó de Él
hasta su tiempo.
III.
LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS EN GALILEA (4:14 - 9:50)
PREDICACIÓN EN NAZARET. 14 Y Jesús volvió con el poder del Espíritu a
Galilea, y su fama se difundió en toda la región. 15 Enseñaba en las
sinagogas de ellos y era alabado por todos. 16 Vino
también a Nazaret, donde se había criado, y entró, como tenía costumbre
el día de sábado, en la sinagoga, y se levantó a hacer la lectura. 17
Le entregaron el libro del profeta Isaías, y al desarrollar el libro
halló el lugar en donde estaba escrito: 18 “El Espíritu del Señor está
sobre Mí, porque Él me ungió; Él me envió a dar la Buena Nueva a los
pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos vista,
a poner en libertarla los oprimidos, 19 a publicar el año de gracia del
Señor”. 20 Enrolló el libro, lo devolvió al ministro, y se sentó; y
cuantos había en la sinagoga, tenían los ojos fijos en Él. 21 Entonces empezó a decirles: “Hoy esta Escritura se
ha cumplido delante de vosotros”. 22 Y todos le daban testimonio, y
estaban maravillados de las palabras llenos de gracia, que salían de
sus labios, y decían: “¿No es Éste el hijo de José? 23 Y les dijo: “Sin
duda me aplicaréis aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Lo que
hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlo aquí también, en tu
pueblo”. 24 Y dijo: “En verdad, os digo, ningún profeta es acogido en
su tierra. 25 En verdad, os digo: había muchas viudas en Israel en
tiempo de Elías, cuando el cielo quedó cerrado durante tres años y seis
meses, y hubo hambre grande en toda la tierra; 26
mas a ninguna de ellas fué enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta,
en el país de Sidón. 27 Y había muchos leprosos en Israel en tiempo del
profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué curado, sino Naamán el sirio”.
28 Al oír esto, se llenaron todos de cólera allí en la sinagoga; 29 se
levantaron, y, echándolo fuera de la ciudad, lo llevaron hasta la cima
del monte, sobre la cual estaba edificada su ciudad, para despeñarlo.
30 Pero Él pasó por en medio de ellos y se fué.
EXPULSA A UN DEMONIO. 31 Y bajó a Cafarnaúm, ciudad
de Galilea. Y les enseñaba los días de sábado. 32 Y estaban poseídos de
admiración por su enseñanza, porque su palabra era llena de autoridad.
33 Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio
inmundo, y gritó con voz fuerte: 34 “¡Ea! ¿qué tenemos que ver contigo,
Jesús de Nazaret? ¿Has venido para perdernos? Ya sé quien eres Tú: el
Santo de Dios”. 35 Y Jesús le increpó diciendo: “¡Cállate y sal de él!”
Y el demonio, salió de él, derribándolo al suelo en medio de ellos,
aunque sin hacerle daño. 36 Y todos se llenaron de
estupor, y se decían unos a otros: “¿Qué cosa es ésta que con imperio y
fuerza manda a los espíritus inmundos, y salen?” 37 Y su fama se
extendió por todos los alrededores.
SANA A LA SUEGRA DE PEDRO Y A MUCHOS ENFERMOS. 38 Levantóse de la
sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón padecía de una
fiebre grande, y le rogaron por ella. 39 Inclinándose sobre ella
increpó a la fiebre, y ésta la dejó. Al instante se levantó ella y se
puso a atenderlos.
40 A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos, cualquiera que
fuese su mal, se los trajeron, y Él imponía las manos sobre cada uno de
ellos, y los sanaba. 41 Salían también los demonios
de muchos, gritando y diciendo: “;Tú eres el Hijo de Dios!” Y Él los
reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que Él era el Cristo.
42 Cuando se hizo de día, salió y se fué a un lugar desierto. Mas las
muchedumbres que se pusieron en su busca, lo encontraron y lo retenían
para que no las dejase. 43 Pero Él les dijo: “Es necesario que Yo lleve
también a otras ciudades la Buena Nueva del reino de Dios, porque para
eso he sido enviado”. 44 Y anduvo predicando por las sinagogas de Judea.
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LUCAS
5
LA PESCA MILAGROSA. 1 Y sucedió que la muchedumbre
se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús de pie
junto al lago de Genesaret. 2 Y viendo dos barcas amarradas a la orilla
del lago, cuyos pescadores habían descendido y lavaban sus redes, 3
subió en una de aquéllas, la que era de Simón, y rogó a éste que la
apartara un poco de la tierra. Y sentado, enseñaba a la muchedumbre
desde la barca. 4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Guía adelante,
hacia lo profundo, y echad las redes para pescar”. 5 Respondióle Simón
y dijo: “Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada,
pero, sobre tu palabra, echaré las redes”. 6 Lo
hicieron, y apresaron una gran cantidad de peces. Pero sus redes se
rompían. 7 Entonces hicieron señas a los compañeros, de la otra barca,
para que viniesen a ayudarles. Vinieron, y se llenaron ambas barcas, a
tal punto que se hundían. 8 Visto lo cual, Simón Pedro se echó a los
pies de Jesús, y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque yo soy un
pecador!” 9 Es que el estupor se había apoderado de él y de todos sus
compañeros, por la pesca que habían hecho juntos; 10 y lo mismo de
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Pedro. Y Jesús
dijo a Simón: “No temas; desde ahora pescarás hombres”. 11
Llevaron las barcas a tierra y, dejando todo, se fueron con Él.
CURACIÓN DE UN LEPROSO. 12 Encontrándose Él en cierta ciudad,
presentóse un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús se postró rostro
en tierra, y le hizo esta oración: “Señor, si Tú lo quieres, puedes
limpiarme”. 13 Alargando la mano, lo tocó y dijo: “Quiero; sé
limpiado”. Y al punto se le fué la lepra. 14 Y le encargó que no lo
dijera a nadie, sino (le dijo):
“Muéstrate al sacerdote, y ofrece por
tu purificación lo que prescribió Moisés, para testimonio a ellos”. 15
Y difundiéndose mas y más la fama de Él, las muchedumbres afluían en
gran número para oírle y hacerse curar de sus enfermedades; 16 pero Él se retiraba a los lugares solitarios, para
hacer oración.
CURACIÓN DE UN PARALÍTICO. 17 Un día estaba ocupado en enseñar, y unos
fariseos y maestros de la Ley estaban ahí sentados, habiendo venido de
todas las aldeas de Galilea, y de Judea, así como de Jerusalén, y el
poder del Señor le impelía a sanar. 18 Y sucedió que unos hombres, que
traían postrado sobre un lecho un paralítico, trataban de ponerlo
dentro y colocarlo delante de Él. 19 Y como no lograban introducirlo a
causa de la apretura de gentes, subieron sobre el techo y por entre las
tejas bajaron al enfermo, con la camilla, en medio (de todos), frente a
Jesús. 20 Viendo la fe de ellos, dijo: “Hombre, tus pecados te son
perdonados”. 21 Comenzaron entonces los escribas y
los fariseos a pensar: “¿Quién es Éste que dice blasfemias? ¿Quién
puede perdonar pecados sino sólo Dios?” 22 Mas Jesús, conociendo bien
los pensamientos de ellos, respondióles diciendo: 23 “¿Qué estáis
pensando en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te
son perdonados”, o decir: “Levántate y anda?” 24 ¡Y bien! para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar
pecados –dijo al paralitico– “A ti te digo: Levántate, toma tu camilla
y ve a tu casa”. 25 Al punto se levantó, a la vista de ellos, tomó el
lecho sobre el cual había estado acostado, y se fué a su casa
glorificando a Dios. 26 Y todos quedaron
sobrecogidos de asombro y glorificaban a Dios; y penetrados de temor
decían: “Hemos visto hoy cosas paradójicas”.
VOCACIÓN DE MATEO. 27 Después de esto se fué, y fijándose en un
publicano llamado Leví, que estaba en la recaudación de los tributos,
le dijo: “Sígueme”. 28 Y éste, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29 Ahora Leví le ofreció un gran festín en su casa, y había allí un
grupo numeroso de publicanos y tras personas que estaban a la mesa con
ellos; 30 y los fariseos y los escribas de entre ellos pusieron a
murmurar contra los discípulos de Jesús y decían: “¿Por qué coméis y
bebéis con los publicanos y los pecadores?” 31
Respondió Jesús y les dijo: “No necesitan médico los santos, sino los
enfermos. 32 Yo no he venido para con. vidar al arrepentimiento a los
justos sino a los pecadores”.
PARÁBOLAS DEL REMIENDO Y DEL VINO NUEVO. 33 Entonces le dijeron: “Los
discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen súplicas, e igualmente
los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben”. 34 Mas Jesús les
dijo: “¿Podéis hacer ayunar a los compañeros del esposo, mientras está
con ellos el esposo? 35 Un tiempo vendrá, en que el esposo les será
quitado; entonces, en aquellos días ayunaran”. 36 Y
les dijo también una parábola: “Nadie corta un pedazo de un vestido
nuevo para ponerlo (de remiendo),
a un vestido viejo; pues si lo hace,
no sólo romperá el nuevo, sino que el pedazo cortado al nuevo no andará
bien con el viejo8. 37 Nadie, tampoco, echa vino nuevo en cueros
viejos; pues procediendo así, el vino nuevo hará reventar los cueros, y
se derramará, y los cueros se perderán. 38 Sino que el vino nuevo ha de
echarse en cueros nuevos. 39 Y nadie que bebe de lo viejo quiere luego
de lo nuevo, porque dice: “el viejo es excelente”.
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LUCAS
6
JESÚS, DUEÑO DEL SÁBADO. 1 Un día sabático iba Él
pasando a través de unos sembrados, y sus discípulos arrancaban espigas
y las comían, después de estregarlas entre las manos. 2 Entonces
algunos de los fariseos dijeron: “¿Porqué hacéis lo que no es lícito
hacer en sábado?” 3 Jesús les respondió y dijo: “¿No habéis leído
siquiera lo que hizo David cuando tuvieron hambre, él y los que le
acompañaban; 4 cómo entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la
proposición, que no pueden comer sino los sacerdotes, comió y dio a sus
compañeros?” 5 Y díjoles: “El Hijo del hombre es señor aun del sábado”.
EL HOMBRE DE LA MANO SECA. 6 Otro día sabático entró
en la sinagoga para enseñar. Y había allí un hombre cuya mano derecha
estaba seca. 7 Los escribas y los fariseos lo acechaban, para ver si
sanaría en sábado, y hallar así acusación contra Él. 8 Pero Él conocía
los pensamientos de ellos, y dijo al hombre, que tenía la mano seca:
“¡Levántate y ponte de pie en medio!” Y éste se levantó y permaneció de
pie. 9 Entonces Jesús les dijo: “Os pregunto: ¿Es lícito, en sábado,
hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o dejarla perder?” 10 Y
habiendolos mirado a todos en derredor, dijo al hombre: “Extiende tu
mano”, y él lo hizo y su mano fué restablecida. 11
Pero ellos se llenaron de furor y se pusieron a discutir unos con otros
qué harían contra Jesús.
ELECCIÓN DE LOS APÓSTOLES. 12 Por aquellos días se salió a la montaña
para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. 13 Cuando se hizo
de día, llamó a sus discípulos, y de entre ellos eligió a doce a los
que dio el nombre de apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó
Pedro, y a Andrés el hermano de éste; a Santiago y Juan; a Felipe y
Bartolomé; 15 a Mateo y Tomás; a Santiago (hijo) de Alfeo, y Simón
llamado el celoso; 16 a Judas de Santiago, y a
Judas Iscariote, el que llegó a ser el traidor. 17 Con éstos descendió
y se estuvo de pie en un lugar llano, donde había un gran numero de sus
discípulos y una gran muchedumbre del pueblo de toda la Judea y de
Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, 18 los cuales habían
venido a oírlo y a que los sanara de sus enfermedades; y también los
atormentados de espíritus inmundos eran sanados. 19 Y toda la gente
quería tocarlo, porque de Él salía virtud y sanaba a todos.
LAS BIENAVENTURANZAS. 20 Entonces, alzando los ojos dijo, dirigiéndose
a sus discípulos: “Dichosos los que sois pobres, porque es vuestro el
reino de Dios. 21 Dichosos los que estáis
hambrientos ahora, porque os hartaréis. Dichosos los que lloráis ahora,
porque reiréis. 22 Dichosos sois cuando os odiaren los hombres, os
excluyeren, os insultaren, y proscribieren vuestro nombre, como
pernicioso, por causa del Hijo del hombre. 23 Alegraos entonces y
saltad de gozo, pues sabed que vuestra recompensa es mucha en el cielo.
Porque de la misma manera trataron sus padres a los profetas. 24 Mas,
¡ay de vosotros, ricos! porque ya recibisteis vuestro consuelo. 25 ¡Ay
de vosotros los que ahora estáis hartos! porque padeceréis hambre. ¡Ay
de los que reís ahora! porque lloraréis de dolor. 26
¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo
hicieron sus padres con los falsos profetas”.
HAY QUE AMAR A NUESTROS ENEMIGOS. 27 “A vosotros, empero, los que me
escucháis, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
odian; 28 bendecid a los que os maldicen; rogad por los que os
calumnian. 29 A quien te abofetee en la mejilla, preséntale la otra; y
al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica. 30 Da
a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames. 31 Y según queréis que hagan los hombres con vosotros,
así haced vosotros con ellos. 32 Si amáis a los que os aman, ¿qué favor
merecéis con ello? También los pecadores aman a los que los aman a
ellos. 33 Y si hacéis bien a quienes os lo hacen, ¿qué favor merecéis
con ello? También los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a
aquellos de quienes esperáis restitución, ¿qué favor merecéis con ello?
Los pecadores también prestan a los pecadores, para recibir el
equivalente. 35 Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y
prestad sin esperar nada en retorno, y vuestra recompensa será grande,
y seréis los hijos del Altísimo; de Él, que es bueno con los
desagradecidos y malos”.
IMITAD LA MISERICORDIA DEL PADRE. 36 “Sed
misericordiosos como es misericordioso vuestro padre. 37 No juzguéis, y
no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; absolved, y
se os absolverá. 38 Dad y se os dará; una medida buena y apretada y
remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con
que medís se os medirá”.
CONTRA LA HIPOCRESÍA. 39 Les dijo también una parábola: “¿Puede acaso
un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? 40 No es
el discípulo superior al maestro, sino que todo discípulo cuando llegue
a ser perfecto será como su maestro. 41 ¿Cómo es
que ves la pajuela que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la
viga que está en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano:
«Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo», tú que no ves la
viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces
podrás ver bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano”.
POR SU FRUTO SE CONOCE EL ÁRBOL. 43 Pues no hay árbol sano que dé
frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos
sanos. 44 Porque cada árbol se conoce por el fruto que da. No se
recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. 45 El
hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas
el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla
de lo que rebosa el corazón. 46 ¿Por qué me
llamáis: “Señor, Señor”, si no hacéis lo que Yo digo? 47 Yo os mostraré
a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone
en práctica. 48 Se asemeja a un hombre que para construir una casa,
cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la
creciente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo
moverla, porque estaba bien edificada. 49 Pero, el que (las) oye y no
(las) pone por obra, es
semejante a un hombre que construyó su casa
sobre el suelo mismo, sin cimientos; el río se precipitó sobre ella, y
al punto se derrumbó, y fué grande la ruina de aquella casa”.
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LUCAS
7
LA FE DEL CENTURIÓN PAGANO. 1 Después que hubo
acabado de decir al pueblo todas estas enseñanzas, volvió a entrar en
Cafarnaúm. 2 Y sucedió que un centurión tenía un servidor enfermo a
punto de morir, y que le era de mucha estima. 3 Habiendo oído hablar de
Jesús, envió a Él a algunos ancianos de los judíos, para rogarle que
viniese a sanara su servidor. 4 Presentáronse ellos a Jesús, y le
rogaron con insistencia, diciendo: “Merece que se lo concedas, 5 porque
quiere bien a nuestra nación, y él fué quien nos edificó la sinagoga”. 6 Y Jesús se fué con ellos. No estaba ya lejos de la
casa, cuando el centurión envió unos amigos para decirle: “Señor, no te
des esta molestia, porque yo no soy digno de que Tú entres bajo mi
techo; 7 por eso no me atreví a ir a Ti en persona: mas dilo con tu
palabra, y sea sano mi criado. 8 Pues también yo, que soy un
subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Anda”, y va;
y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace”. 9
Jesús al oírlo se admiró de él; y volviéndose, dijo a la gente que le
seguía: “Os digo que en Israel no hallé fe tan grande”. 10 Y los
enviados, de vuelta a la casa, hallaron sano al servidor.
RESURRECCIÓN DEL JOVEN DE NAÍM. 11 Después se
encaminó a una ciudad llamada Naím; iban con Él sus discípulos y una
gran muchedumbre de pueblo. 12 Al llegar a la puerta de la ciudad, he
ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual
era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad. 13 Al verla, el
Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: “No llores”. 14 Y se
acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces
dijo: “Muchacho, Yo te digo: ¡Levántate!” 15 Y el (que había estado)
muerto se incorporó y se puso a hablar. Y lo devolvió a la
madre. 16 Por lo cual todos quedaron poseídos de
temor, y
glorificaron a Dios, diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros”, y: “Dios ha visitado a su pueblo”. 17 Esta fama referente a
su persona se difundió por toda la Judea y por toda la comarca
circunvecina.
JESÚS Y EL BAUTISTA. 18 Los discípulos de Juan le informaron de todas
estas cosas. Entonces, Juan llamando a dos de sus discípulos, 19
enviólos a decir al Señor: “¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos
esperar a otro?” 20 Y llegados a Él estos hombres, le dijeron: “Juan el
Bautista nos envió a preguntarte: ‘¿Eres Tú el que ha de venir, o
debemos esperar a otro?’” 21 En aquella hora sanó
Jesús a muchos, de enfermedades y plagas y de malos espíritus, y
concedió la vista a muchos ciegos. 22 Les respondió, entonces, y dijo:
“Volved y anunciad a Juan lo que acabáis de ver y oír: ciegos ven,
cojos andan, leprosos son limpiados, sordos oyen, muertos resucitan, a
pobres se les anuncia la Buena Nueva. 23 Y ¡bienaventurado el que no se
escandalizare de Mí!”.
24 Cuando los enviados de Juan hubieron partido, se puso Él a decir a
la multitud acerca de Juan: “¿Qué salisteis a ver en el desierto?
¿Acaso una caña sacudida por el viento? 25 Y si no ¿qué salisteis a
ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? Los que llevan vestidos lujosos
y viven en delicias están en los palacios. 26
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que
profeta. 27 Este es aquel de quien está escrito: «Mira que Yo envío mi
mensajero ante tu faz que irá delante de Ti para barrene el camino». 28
Os digo, no hay, entre los hijos de mujer, más grande que Juan; pero el
más pequeño en el reino de Dios es más grande que él; 29 porque todo el
pueblo que lo escuchó (a Juan),
y aun los publicanos reconocieron la
justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Él. 30 Pero los fariseos y
los doctores de la Ley frustraron los designios de Dios para con ellos,
al no dejarse bautizar por Juan”.
PARÁBOLA DE LOS NIÑOS CAPRICHOSOS. 31 “¿Con quién
podré comparar a hombres de este género? 32 Son semejantes a esos
muchachos que, sentados en la plaza, cantan unos a otros aquello de:
‘Os tocamos la flauta, y no danzasteis; entonamos lamentaciones, y no
llorasteis’. 33 Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe
vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’; 34 ha venido el Hijo del
hombre, que come y bebe, y decís: ‘Es un hombre glotón y borracho,
amigo de publicanos y pecadores’. 35 Mas la sabiduría ha quedado
justificada por todos sus hijos”.
LA PECADORA PERDONADA. 36 Uno de los fariseos le
rogó que fuese a comer con él, y habiendo entrado (Jesús) en la casa
del fariseo, se puso a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que
era pecadora, al saber que Jesús se encontraba reclinado a la mesa en
casa del fariseo, tomó consigo un vaso de alabastro, con ungüento; 38
y, colocándose detrás de Él, a sus pies, y llorando con sus lágrimas
bañaba sus pies y los enjugaba con su cabellera; los llenaba de besos y
los ungía con el ungüento. 39 Viendo lo cual el fariseo que lo había
convidado dijo para sus adentros: “Si Éste fuera profeta, ya sabría
quién y de qué clase es la mujer que lo está tocando, que es una
pecadora”. 40 Entonces Jesús respondiendo (a sus pensamientos) le dijo:
“Simón, tengo algo que decirte”. Y él: “Dilo, Maestro”. 41
Y dijo: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios, el otro cincuenta. 42 Como no tuviesen con qué pagar, les
perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” 43 Simón respondió
diciendo: “Supongo que aquel a quien más ha perdonado”. Él le dijo:
“Bien juzgaste”. 44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a
esta mujer? Vine a tu casa, y tú no vertiste agua sobre mis pies; mas
ésta ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus
cabellos. 45 Tú no me diste el ósculo; mas ella, desde que entró, no ha
cesado de besar mis pies. 46 Tú no ungiste con óleo
mi cabeza; ella ha ungido mis pies con ungüento. 47 Por lo cual, te
digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado
mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco”. 48
Después dijo a ella: “Tus pecados se te han perdonado”. 49 Entonces,
los que estaban con Él a la mesa se pusieron a decir entre sí: “¿Quién
es Éste, que también perdona pecados?” 50 Y dijo a la mujer: “Tu fe te
ha salvado: ve hacia la paz”.
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LUCAS
8
LAS SANTAS MUJERES. 1 En el tiempo siguiente anduvo
caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva
del reino de Dios, y con Él los Doce, 2 y también algunas mujeres, que
habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la
llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Juana,
mujer de Cuzá el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras, las
cuales les proveían del propio sustento de ellas.
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR. 4 Como se juntase una gran multitud, y además
los que venían a Él de todas las ciudades, dijo en parábola: 5 “El
sembrador salió a sembrar su simiente. Y al sembrar, una semilla cayó a
lo largo del camino; y fué pisada y la comieron las aves del cielo. 6 Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no
tener humedad. 7 Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que
nacieron juntamente con ella, la sofocaron. 8 Y otra cayó en buena
tierra, y brotando dio fruto centuplicado”. Diciendo esto, clamó:
“¡Quién tiene oídos para oír oiga!”
9 Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola. 10
Les dijo: “A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de
Dios; en cuanto a los demás (se les
habla) por parábolas, para que
«mirando, no vean; y oyendo, no entiendan». 11 La
parábola es ésta: «La simiente es la palabra de Dios. 12 Los de junto
al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca
afuera del corazón la palabra para que no crean y se salven. 13 Los de
sobre la piedra, son aquellos que al oír la palabra la reciben con
gozo, pero carecen de raíz: creen por un tiempo, y a la hora de la
prueba, apostatan. 14 Lo caído entre los abrojos, son los que oyen, mas
siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la riqueza y los
placeres de la vida, y no llegan a madurar. 15 Y lo caído en la buena
tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y
guardan consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia».”
16 Nadie que enciende luz, la cubre con una vasija ni la pone bajo la
cama, sino en el candelero, para que todos los que entren, vean la luz.
17 Nada hay oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no
deba ser conocido y sacado a luz. 18 ¡Cuidad de escuchar bien! Al que
tiene, se le dará, y al que no tiene, aun lo que cree tener le será
quitado”.
LOS PARIENTES DE JESÚS. 19 Luego su madre y sus hermanos se presentaron
y no podían llegar hasta Él por causa de la multitud. 20 Le anunciaron:
“Tu madre y tus hermanos están de pie afuera y desean verte”. 21 Respondióles y dijo: “Mi madre y mis hermanos son
éstos: los que oyen la palabra de Dios y la practican”.
LA TEMPESTAD CALMADA. 22 Por aquellos días subió con sus discípulos en
una barca, y les dijo: “Pasemos a la otra orilla del lago”, y
partieron. 23 Mientras navegaban, se durmió. Entonces un torbellino de
viento cayó sobre el lago, y las aguas los iban cubriendo, y
peligraban. 24 Acercándose a Él, lo despertaron diciendo: “¡Maestro,
Maestro, perecemos!” Despierto, Él increpó al viento y al oleaje, y
cesaron, y hubo bonanza. 25 Entonces les dijo: “¿Dónde está vuestra
fe?” Y llenos de miedo y de admiración, se dijeron unos a otros:
“¿Quién, pues, es Éste que manda a los vientos y al agua, y le
obedecen?”.
EL POSESO DE GERGESA. 26 Y abordaron en la tierra
de los gergesenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. 27 Cuando
hubo descendido a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad,
que tenía demonios; hacía mucho tiempo que no llevaba ningún vestido,
ni vivía en casa, sino en los sepulcros. 28 Al ver a Jesús, dio gritos,
postróse ante Él y dijo a gran voz: “¿Qué tenemos que ver yo y Tú,
Jesús, hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes”. 29 Y era
que Él estaba mandando al espíritu inmundo que saliese del hombre.
Porque hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; lo ataban con
cadenas y lo sujetaban con grillos, pero él rompía sus ataduras, y el
demonio lo empujaba al desdoblado. 30 Y Jesús le preguntó: “¿Cuál es tu
nombre?” Respondió: “Legión”; porque eran muchos los demonios que
habían entrado en él. 31 Y le suplicaron que no les
mandase ir al abismo. 32 Ahora bien, había allí una piara de muchos
puercos que pacían sobre la montaña; le rogaron que les permitiese
entrar en ellos, y se lo permitió. 33 Entonces los demonios salieron
del hombre y entraron en los puercos, y la piara se despeñó
precipitadamente en el lago, y allí se ahogó. 34 Los porqueros que
vieron lo ocurrido huyeron y dieron la noticia en la ciudad y por los
campos. 35 Vinieron, pues, las gentes a ver lo que había pasado, y al
llegar junto a Jesús, encontraron al hombre, del cual los demonios
habían salido, sentado a los pies de Jesús, vestido, en su sano juicio,
y se llenaron de miedo. 36 Los que lo habían visto
les refirieron cómo había quedado libre el endemoniado. 37 Y todos los
pobladores de la comarca de los gergesenos le rogaron a Jesús que se
alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Y Él, entrando
en la barca, se volvió, 38 Y el hombre, del cual los demonios habían
salido, le suplicaba estar con Él; pero Él lo despidió diciéndole: 39
“Vuelve de nuevo a tu casa, y cuenta todo lo que Dios ha hecho
contigo”. Y él se fué proclamando por toda la ciudad todas las cosas
que le había hecho Jesús.
JESÚS RESUCITA A LA HIJA DE JAIRO Y SANA A UNA MUJER ENFERMA. 40 A su
regreso, Jesús fué recibido por la multitud, porque estaban todos
esperándolo. 41 He ahí que llegó un hombre llamado
Jairo, que era jefe de la sinagoga. Se echó a los pies de Jesús y le
suplicó que fuera a su casa; 42 porque su hija única, como de doce años
de edad, se moría. Mas yendo Él, la multitud lo sofocaba. 43 Y sucedió
que una mujer que padecía de un flujo de sangre, desde hacía doce años
y que, después de haber gastado en médicos todo su sustento, no había
podido ser curada por ninguno, 44 se acercó por detrás y tocó la franja
de su vestido, y al instante su flujo de sangre se paró. 45 Jesús dijo:
“¿Quién me tocó?” Como todos negaban, Pedro le dijo: “Maestro, es la
gente que te estrecha y te aprieta”. 46 Pero Jesús
dijo: “Alguien me tocó, porque he sentido salir virtud de Mí”. 47
Entonces, la mujer, viéndose descubierta, vino toda temblorosa a
echarse a sus pies y declaró delante de todo el pueblo por qué motivo
lo había tocado, y cómo había quedado sana de repente. 48 Y Él le dijo:
“Hija, tu fe te ha salvado, ve hacia la paz”.
49 Cuando Él hablaba todavía, llegó uno de casa del jefe de la sinagoga
a decirle: “Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro”. 50 Oyendo
Jesús, le dijo: “No temas; únicamente cree y sanará”. 51
Llegado, después, a la casa, no dejo entrar a nadie consigo, excepto a
Pedro, Juan y Santiago, y también al padre y a la madre de la niña. 52
Todos lloraban y se lamentaban por ella. Mas Él dijo: “No lloréis; no
ha muerto, sino que duerme”. 53 Y se reían de Él, sabiendo que ella
había muerto. 54 Mas Él, tomándola de la mano, clamó diciendo: “Niña,
despierta”. 55 Y le volvió el espíritu, y al punto se levantó y Jesús
mandó que le diesen de comer. 56 Sus padres
quedaron fuera de sí; y Él les encomendó que a nadie dijeran lo
acontecido.
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LUCAS
9
MISIÓN DE LOS APÓSTOLES. 1 Habiendo llamado a los
Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar
enfermedades. 2 Y los envió a pregonar el reino de Dios y a sanar a los
enfermos. 3 Y les dijo: “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni
bolsa, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. 4 En la casa en que
entrareis, quedaos, y de allí partid. 5 Y dondequiera que no os
recibieren, salid de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies, en
testimonio contra ellos”. 6 Partieron, pues, y
recorrieron las aldeas, predicando el Evangelio y sanando en todas
partes.
7 Oyó Herodes, el tetrarca, todo lo que sucedía, y estaba perplejo,
porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, 8
otros que Elías había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas
había resucitado. 9 Y decía Herodes: “A Juan, yo lo hice decapitar,
¿quién es, pues, éste de quien oigo decir tales maravillas?” Y
procuraba verlo.
MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES. 10 Vueltos los apóstoles le refirieron (a
Jesús) todo lo que habían hecho. Entonces, tomándolos consigo,
se
retiró a un lugar apartado, de una ciudad llamada Betsaida. 11 Y habiéndole sabido las gentes, lo siguieron. Él
los recibió, les habló del reino de Dios y curó a cuantos tenían
necesidad de ello. 12 Mas al declinar el día los Doce se acercaron a Él
para decirle: “Despide a la multitud, que vayan en busca de albergue y
alimento a las aldeas y granjas de los alrededores, porque aquí estamos
en despoblado”. 13 Les dijo: “Dadles vosotros de comer”. Le
contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a menos que
vayamos nosotros a comprar qué comer para todo este pueblo”. 14 porque
eran como unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus discípulos:
“Hacedlos recostar por grupos como de a cincuenta”. 15 Hiciéronlo así y
acomodaron a todos. 16 Entonces tomó los cinco
panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los
partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen a la
muchedumbre. 17 Todos comieron hasta saciarse, y de lo que les sobró se
retiraron doce canastos de pedazos.
CONFESIÓN DE PEDRO. 18 Un día que estaba orando a solas, hallándose con
Él sus discípulos, les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen las gentes que
soy Yo?” 19 Le respondieron diciendo: “Juan el Bautista; otros, que
Elías; otros, que uno de los antiguos profetas ha resucitado”. 20
Díjoles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” Pedro le respondió y
dijo: “El Ungido de Dios”. 21 Y Él les recomendó
con energía no decir esto a nadie, 22 agregando: “Es necesario que el
Hijo del hombre sufra mucho, que sea reprobado por los ancianos, por
los sumos sacerdotes y por los escribas, que sea muerto, y que al
tercer día sea resucitado”.
NEGACIÓN DEL YO. 23 Y a todos les decía: “Si alguno quiere venir en pos
de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; mas el que pierda su
vida a causa de Mí, la salvará. 25 Pues ¿qué provecho tiene el hombre
que ha ganado el mundo entero, si a sí mismo se pierde o se daña? 26 Quien haya, pues, tenido vergüenza de Mí y de mis
palabras, el Hijo del hombre tendrá vergüenza de él, cuando venga en su
gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles. 27 Os digo, en
verdad, algunos de los que están aquí, no gustarán la muerte sin que
hayan visto antes el reino de Dios”.
LA GLORIOSA TRANSFIGURACIÓN. 28 Pasaron como ocho días después de estas
palabras, y, tomando a Pedro, Juan y Santiago, subió a la montaña para
orar. 29 Y mientras oraba, la figura de su rostro se hizo otra y su
vestido se puso de una claridad deslumbradora. 30 Y he aquí a dos
hombres hablando con Él: eran Moisés y Elías, 31
los cuales, apareciendo en gloria, hablaban del éxodo suyo que Él iba a
verificar en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban agobiados de
sueño, mas habiéndose despertado, vieron su gloria y a los dos hombres
que estaban a su lado. 33 Y en el momento en que se separaban de Él,
dijo Pedro a Jesús: “Maestro, bueno es para nosotros estarnos aquí;
hagamos, pues, tres pabellones, uno para Ti, uno para Moisés, y uno
para Elías”, sin saber lo que decía. 34 Mientras él decía esto, se hizo
una nube que los envolvió en sombra. Y se asustaron al entrar en la
nube. 35 Y desde la nube una voz se hizo oír: “Éste es mi Hijo el
Elegido: escuchadle a Él”. 36 Y al hacerse oír la
voz, Jesús se encontraba solo. Guardaron, pues, silencio; y a nadie
dijeron, por entonces, cosa alguna de lo que habían visto.
EL NIÑO EPILÉPTICO. 37 Al día siguiente, al bajar de la montaña, una
gran multitud de gente iba al encuentro de Él. 38 Y he ahí que de entre
la muchedumbre, un varón gritó diciendo: “Maestro, te ruego pongas tus
ojos sobre mi hijo, porque es el único que tengo. 39 Se apodera de él
un espíritu, y al instante se pone a gritar; y lo retuerce en
convulsiones hasta hacerle echar espumarajos, y a duras penas se aparta
de él, dejándolo muy maltratado. 40 Rogué a tus discípulos que lo
echasen, y ellos no han podido”. 41 Entonces Jesús
respondió y dijo: “Oh, generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo
estaré con vosotros y tendré que soportaron? Trae acá a tu hijo”. 42
Aun no habla llegado éste a Jesús, cuando el demonio lo zamarreó y lo
retorció en convulsiones. Mas Jesús increpó al espíritu impuro y sanó
al niño, y lo devolvió a su padre. 43 Y todos estaban maravillados de
la grandeza de Dios.
PREDICCIÓN DE LA PASIÓN. Como se admirasen todos de cuanto Él hacía,
dijo a sus discípulos: 44 “Vosotros, haced que penetren bien en
vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre ha de ser entregado
en manos de los hombres”. 45 Pero ellos no entendían este lenguaje, y
les estaba velado para que no lo comprendiesen; y no se atrevieron a
interrogarlo al respecto.
HUMILDAD Y TOLERANCIA. 46 Y entró en ellos la idea:
¿Quién de entre ellos sería el mayor? 47 Viendo Jesús el pensamiento de
sus corazones, tomó a un niño, púsolo junto a Sí, 48 y les dijo: “Quien
recibe a este niño en mi nombre, a Mí me recibe; y quien me recibe,
recibe al que me envió; porque el que es el más pequeño entre todos
vosotros, ése es grande”. 49 Entonces Juan le respondió diciendo:
“Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y se
lo impedíamos, porque no (te) sigue
con nosotros”. 50 Mas Jesús le
dijo: “No impidáis, pues quien no está contra vosotros, por vosotros
está”.
IV.
VIAJE A JUDEA Y ACTIVIDAD EN JERUSALÉN (9:51 - Cap. 21)
LOS SAMARITANOS LE NIEGAN HOSPEDAJE. 51 Como se
acercase el tiempo en que debía ser quitado, tomó resueltamente la
dirección de Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de sí, los
cuales, de camino, entraron en una aldea de samaritanos para prepararle
alojamiento. 53 Mas no lo recibieron, porque iba camino de Jerusalén.
54 Viendo (esto) los
discípulos Santiago y Juan, le dijeron: “Señor,
¿quieres que mandemos que el fuego caiga del cielo, y los consuma?” 55
Pero Él, habiéndose vuelto a ellos los reprendió. 56
Y se fueron hacia otra aldea.
EL SEGUIMIENTO DE JESÚS. 57 Cuando iban caminando, alguien le dijo: “Te
seguiré a donde quiera que vayas”. 58 Jesús le dijo: “Las raposas
tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; mas el Hijo del Hombre no
tiene donde reclinar la cabeza”. 59 Dijo a otro: “Sígueme”. Este le
dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. 60
Respondióle: “Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú, ve a
anunciar el reino de Dios”. 61 Otro más le dijo:
“Te seguiré, Señor, pero permíteme primero decir adiós a los de mi
casa”. 62 Jesús le dijo: “Ninguno que pone mano al arado y mira hacia
atrás, es apto para el reino de Dios”.
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LUCAS
10
MISIÓN DE LOS SETENTA Y DOS DISCÍPULOS. 1 Después
de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de
dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería
ir. 2 Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad,
pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Id: os envío
como corderos entre lobos. 4 No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni
calzado, ni saludéis a nadie por el camino. 5 En toda casa donde
entréis, decid primero: «Paz a esta casa». 6 Y si
hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no,
volverá a vosotros. 7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo
lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de
casa en casa. 8 Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed
lo que os pusieren delante. 9 Curad los enfermos que haya en ella, y
decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros». 10 Y en toda
ciudad en donde entrareis y no os quisieren recibir, salid por sus
calles, y decid: 11 “Aun el polvo que de vuestra
ciudad se pegó a nuestros pies, lo sacudimos (dejándolo) para vosotros.
Pero sabedlo: ¡el reino de Dios ha llegado!” 12 Os digo que en aquel
día será más tolerable para los de Sodoma que para aquella ciudad. 13
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! porque si en Tiro y Sidón
hubiesen sido hechos los milagros que se cumplieron entre vosotros,
desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. 14
Mas para Tiro y para Sidón, será más tolerable, en el juicio, que para
vosotros. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿serás acaso exaltada hasta el cielo?
¡Hasta el abismo descenderás! 16 Quien a vosotros
escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza;
ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me envió”.
17 Entretanto los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo:
“Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre”. 18 Díjoles:
“Yo veía a Satanás caer como un relámpago del cielo. 19 Mirad que os he
dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo
poder del enemigo, y nada os dañará. 20 Sin embargo no habéis de
gozaros en esto de que los demonios se os sujetan, sino gozaos de que
vuestros nombres están escritos en el cielo”.
INFANCIA ESPIRITUAL. 21 En aquella hora se
estremeció de gozo, en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te alabo, oh
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido estas cosas
escondidas a los sabios ya los prudentes, y las has revelado a los
pequeños. Si, Padre, porque así te plugo a Ti. 22 Por mi Padre, me ha
sido dado todo, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y quién
es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelarlo”.
23 Y volviéndose hacia sus discípulos en particular, dijo: “¡Felices
los ojos que ven lo que vosotros veis! 24 Os aseguro: muchos profetas y
reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que
vosotros oís, y no lo oyeron”.
EL BUEN SAMARITANO. 25 Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para
enredarlo le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para lograr la herencia
de la vida eterna?” 26 Respondióle: “En la Ley,
¿qué está escrito? ¿Cómo lees?” 27 Y él replicó diciendo: “Amarás al
Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. 28 Díjole
(Jesús): “Has respondido
justamente. Haz esto y vivirás”. 29 Pero él,
queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi
prójimo?” 30 Jesús repuso diciendo: “Un hombre, bajando de Jerusalén a
Jericó, vino a dar entre salteadores, los cuales, después de haberlo
despojado y cubierto de heridas, se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Casualmente, un sacerdote iba bajando por ese
camino; lo vio y pasó de largo. 32 Un levita llegó asimismo delante de
ese sitio; lo vio y pasó de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de
viaje, llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció de él; 34 y
acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; luego
poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo condujo a una posada y cuidó
de el. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios los dio al posadero y
le dijo: “Ten cuidado de él, todo lo que gastares de más, yo te lo
reembolsaré a mi vuelta”. 36 ¿Cuál de estos tres
te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los
bandoleros?” 37 Respondió: “El que se apiadó de él”. Y Jesús le dijo:
“Ve, y haz tú lo mismo”.
MARÍA Y MARTA. 38 Durante su viaje, entró en cierta aldea, y una mujer
llamada Marta, lo recibió en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada
María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40
Pero Marta, que andaba muy afanada en los múltiples quehaceres del
servicio, vino a decirle: “Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me
haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude”. 41
El Señor le respondió: “¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por
muchas cosas. 42 Una sola es necesaria. María eligió la buena parte,
que no le será quitada”.
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LUCAS
11
LA ORACIÓN DOMINICAL. 1 Un día que Jesús estaba en
oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos
le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus
discípulos”. 2 Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea
santificado tu nombre; que llegue tu reino. 3 Danos cada día nuestro
pan supersubstancial; 4 y perdónanos nuestros pecados, porque también
nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos introduzcas en
prueba”.
PARÁBOLA DEL AMIGO INOPORTUNO. 5 Y les dijo: “Quien de vosotros,
teniendo un amigo, si va (éste) a
buscarlo a medianoche y le dice:
“Amigo, necesito tres panes, 6 porque un amigo me
ha llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle”, 7 y si él mismo le
responde de adentro: “No me incomodes, ahora mi puerta está cerrada y
mis hijos están como yo en cama, no puedo levantarme para darte”, 8 os
digo, que si no se levanta para darle por ser su amigo, al menos a
causa de su pertinacia, se levantará para darle todo lo que le hace
falta. 9 Yo os digo: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis,
golpead y se os abrirá”. 10 Porque todo el que pide obtiene, el que
busca halla, al que golpea se le abre. 11 ¿Qué
padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Si
pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? 12 ¿O si pide
un huevo, le dará un escorpión? 13 Si pues vosotros, aunque malos,
sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre dará
desde el cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”
BLASFEMIAS DE LOS FARISEOS. 14 Estaba Jesús echando un demonio, el cual
era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las
muchedumbres estaban maravilladas. 15 Pero algunos de entre ellos
dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los
demonios”. 16 Otros, para ponerlo a prueba,
requerían de Él una señal desde el cielo. 17 Mas Él, habiendo conocido
sus pensamientos, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es
arruinado, y las casas caen una sobre otra. 18 Si pues, Satanás se
divide contra él mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Puesto que decís
vosotros que por Beelzebul echo Yo los demonios. 19 Ahora bien, si Yo
echo los demonios por virtud de Beelzebul, ¿vuestros hijos por virtud
de quién los arrojan? Ellos mismos serán, pues, vuestros jueces. 20 Mas
si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros
el reino de Dios. 21 Cuando el hombre fuerte y
bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. 22 Pero si
sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas
en que confiaba y reparte sus despojos. 23 Quien no está conmigo, está
contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama”.
PODER DE SATANÁS. 24 “Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre,
recorre los lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo,
dice: «Me volveré a la casa mía, de donde salí». 25 A su llegada, la
encuentra barrida y adornada. 26 Entonces se va a
tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él mismo;
entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor
que el principio”.
27 Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la
multitud, dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú
mamaste!” 28 Y Él contestó: “¡Felices más bien los que escuchan la
palabra de Dios y la conservan!”
LA SEÑAL DE JONÁS. 29 Como la muchedumbre se agolpaba, se puso a decir:
“Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada
señal, sino la de Jonás. 30 Porque lo mismo que Jonás fué una señal
para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la
generación esta. 31 La reina del Mediodía será
despertada en el juicio frente a los hombres de la generación esta y
los condenará, porque vino de las extremidades de la tierra para
escuchar la sabiduría de Salomón; y hay aquí más que Salomón. 32 Los
varones ninivitas actuarán en el juicio frente a la generación esta y
la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás;
y hay aquí más que Jonás”.
LA LÁMPARA DE LA SABIDURÍA. 33 “Nadie enciende una candela y la pone
escondida en un sótano, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero,
para alumbrar a los que entran. 34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo.
Cuando tu ojo está claro, todo tu cuerpo goza de la luz, pero si él
está turbio, tu cuerpo está en tinieblas. 35 Vigila pues, no suceda que
la luz que en ti hay, sea tiniebla. 36 Si pues
todo tu cuerpo está lleno de luz (interiormente),
no teniendo parte
alguna tenebrosa, será todo él luminoso (exteriormente), como cuando la
lámpara te ilumina con su resplandor”.
JESÚS NOS DENUNCIA EL MAL CON APARIENCIA DE BIEN. 37 Mientras Él
hablaba lo invitó un fariseo a comer con él; entró y se puso a la mesa.
38 El fariseo se extrañó al ver que no se había lavado antes de comer.
39 Díjole, pues el Señor: “Vosotros, fariseos, estáis purificando lo
exterior de la copa y del plato, en tanto que por dentro estáis llenos
de rapiña y de iniquidad. 40 ¡Insensatos! el que hizo lo exterior ¿no
hizo también lo interior? 41 Por eso, dad de
limosna el contenido, y todo para vosotros quedará puro. 42 Pero, ¡ay
de vosotros, fariseos! ¡porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y
de toda legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios! Era
menester practicar esto, sin omitir aquello. 43 ¡Ay de vosotros,
fariseos! porque amáis el primer sitial en las sinagogas y ser
saludados en las plazas públicas. 44 ¡Ay de vosotros! porque sois como
esos sepulcros, que no lo parecen y que van pisando las gentes, sin
saberlo”.
45 Entonces un doctor de la Ley le dijo: “Maestro, hablando así, nos
ultrajas también a nosotros?” 46 Mas Él respondió:
“¡Ay de vosotros también, doctores de la Ley! porque agobiáis a los
demás con cargas abrumadoras, al paso que vosotros mismos ni con un
dedo tocáis esas cargas. 47 ¡Ay de vosotros! porque reedificáis
sepulcros para los profetas, pero fueron vuestros padres quienes los
asesinaron. 48 Así vosotros sois testigos de cargo y consentidores de
las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron y vosotros
reedificais (sus sepulcros).
49 Por eso también la Sabiduría de Dios ha
dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos matarán y
perseguirán; 50 para que se pida cuenta a esta generación de la sangre
de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del
mundo, 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre
de Zacarías, que fué matado entre el altar y el santuario. Sí, os digo
se pedirá cuenta a esta generación. 52 ¡Ay de vosotros! hombres de la
Ley, porque vosotros os habéis apoderado de la llave del conocimiento;
vosotros mismos no entrasteis, y a los que iban a entrar, vosotros se
lo habéis impedido”.
53 Cuando hubo salido, los escribas y los fariseos se pusieron a
acosarlo vivamente y a quererle sacar respuestas sobre una multitud de
cosas, 54 tendiéndole lazos para sorprender alguna palabra de su boca.
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LUCAS
12
CONTRA LA HIPOCRESÍA. 1 Mientras tanto, habiéndose
reunido miles y miles del pueblo, hasta el punto que unos a otros se
pisoteaban, se puso a decir, dirigiéndose primeramente a sus
discípulos: “Guardaos a vosotros mismos de la levadura –es decir de la
hipocresía– de los fariseos. 2 Nada hay oculto que no haya de ser
descubierto, nada secreto que no haya de ser conocido. 3 En
consecuencia, lo que hayáis dicho en las tinieblas, será oído en plena
luz; y lo que hayáis dicho al oído en los sótanos, será pregonado sobre
los techos. 4 Os lo digo a vosotros, amigos míos, no temáis a los que
matan el cuerpo y después de esto nada más pueden hacer. 5 Voy a
deciros a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de haber dado
la muerte, tiene el poder de arrojar en la gehenna. Sí, os lo digo, a
Aquel temedle”.
SOLICITUD DEL PADRE CELESTIAL. 6 “¿No se venden
cinco pájaros por dos ases? Con todo, ni uno solo es olvidado de Dios.
7 Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tenéis
vosotros que temer: valéis más que muchos pájaros. 8 Yo os lo digo: a
quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre lo
confesará también delante de los ángeles de Dios. 9 Mas el que me haya
negado delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de
Dios”.
EL PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO. 10 “A cualquiera que hable mal
contra el Hijo del hombre, le será perdonado, pero a quien blasfemare
contra el Santo Espíritu, no le será perdonado. 11
Cuando os llevaren ante las sinagogas, los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis de cómo y qué diréis para defenderos o
qué hablaréis. 12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en el momento
mismo lo que habrá que decir”. 13 Entonces uno del pueblo le dijo:
“Maestro, dile a mi hermano que parta conmigo la herencia”. 14 Jesús le
respondió: “Hombre, ¿quién me ha constituido sobre vosotros juez o
partidor?”.
EL RICO INSENSATO. 15 Y les dijo: “Mirad: preservaos de toda avaricia;
porque, la vida del hombre no consiste en la abundancia de lo que
posee”. 16 Y les dijo una parábola: “Había un
rico, cuyas tierras habían producido mucho. 17 Y se hizo esta
reflexión: “¿Qué voy a hacer? porque no tengo dónde recoger mis
cosechas”. 18 Y dijo: “He aquí lo que voy a hacer: derribaré mis
graneros y construiré unos mayores; allí amontonaré todo mi trigo y mis
bienes. 19 Y diré a mi alma: Alma mía, tienes cuantiosos bienes en
reserva para un gran número de años; reposa, come, bebe, haz fiesta”.
20 Mas Dios le dijo: “¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el
alma, y lo que tú has allegado, ¿para quién será?” 21
Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo, y no es rico ante
Dios”.
CONFIANZA EN LA DIVINA PROVIDENCIA. 22 Y dijo a sus discípulos: “Por
eso, os digo, no andéis solícitos por vuestra vida, qué comeréis, ni
por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis. 23 Porque la vida vale más
que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. 24 Mirad los cuervos:
no siembran, ni siegan, ni tienen bodegas ni graneros, y sin embargo
Dios los alimenta. ¡Cuanto más valéis vosotros que las aves! 25 ¿Quién
de vosotros podría, a fuerza de preocuparse, añadir un codo a su
estatura? 26 Si pues no podéis ni aun lo mínimo ¿a
qué os acongojáis por lo restante? 27 Ved los lirios cómo crecen: no
trabajan, ni hilan. Sin embargo, Yo os digo que el mismo Salomón, con
toda su magnificencia, no estaba vestido como uno de ellos. 28 Si pues
a la yerba que está en el campo y mañana será echada al horno, Dios
viste así ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29 Tampoco andéis
pues afanados por lo que habéis de comer o beber, y no estéis ansiosos.
30 Todas estas cosas, los paganos del mundo las buscan afanosamente;
pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. 31
Buscad pues antes su reino, y todas las cosas os serán puestas delante.
32 No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre
daros el Reino. 33 Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos
bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde
el ladón no llega, y donde la polilla no destruye. 34 Porque allí donde
está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón”.
PARÁBOLA DE LOS SERVIDORES VIGILANTES. 35 “Estén ceñidos vuestros
lomos, y vuestras lámparas encendidas. 36 Y sed
semejantes a hombres que aguardan a su amo a su regreso de las bodas, a
fin de que, cuando Él llegue y golpee, le abran en seguida. 37 ¡Felices
esos servidores, que el amo, cuando llegue, hallará velando! En verdad,
os lo digo, el se ceñirá, los hará sentar a la mesa y se pondrá a
servirles. 38 Y si llega a la segunda vela, o a la tercera, y así los
hallare, ¡felices de ellos! 39 Sabedlo bien; porque si el dueño de casa
supiese a qué hora el ladrón ha de venir, no dejaría horadar su casa.
40 Vosotros también estad prontos, porque a la hora que no pensáis es
cuando vendrá el Hijo del hombre”.
JUICIO DE LOS SERVIDORES. 41 Entonces, Pedro le
dijo: “Señor, ¿dices por nosotros esta parábola o también por todos?”
42 Y el Señor dijo: “¿Quién es pues el mayordomo fiel y prudente, que
el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya para dar a su tiempo
la ración de trigo? 43 ¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su
regreso, hallará haciéndolo así! 44 En verdad, os digo, lo colocará al
frente de toda su hacienda. 45 Pero si ese servidor se dice a sí mismo:
“Mi amo tarda en regresar”, y se pone a maltratar a los servidores y a
las sirvientas, a comer, a beber, y a embriagarse, 46
el amo de este servidor vendrá en día que no espera y en hora que no
sabe, lo partirá por medio, y le asignara su suerte con los que no
creyeron. 47 Pero aquel servidor que, conociendo la voluntad de su amo,
no se preparó, ni obró conforme a la voluntad de éste, recibirá muchos
azotes. 48 En cambio aquel que, no habiéndole conocido, haya hecho
cosas dignas de azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien se haya
dado mucho, mucho le será demandado; y más aún le exigirán a aquel a
quien se le haya confiado mucho”.
EL FUEGO DE JESÚS. 49 Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto
deseo que ya esté encendido! 50 Un bautismo tengo para bautizarme, ¡y
cómo estoy en angustias hasta que sea cumplido! 51
¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo, sino
división. 52 Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos:
tres contra dos, y dos contra tres. 53 Estarán divididos, el padre
contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y
la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra
su suegra”.
LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS. 54 Dijo también a la muchedumbre: “Cuando
veis una nube levantarse al poniente, luego decís: “Va a llover”. Y eso
sucede. 55 Y cuando sopla el viento del mediodía, decís: “Habrá calor”.
Y eso sucede. 56 Hipócritas, sabéis conocer el
aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este
tiempo? 57 ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58
Mientras vas con tu adversario en busca del magistrado, procura en el
camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, que el juez
te entregue al alguacil y que el alguacil te meta en la cárcel. 59 Yo
te lo declaro, no saldrás de allí hasta que no hayas reintegrado el
último lepte”.
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LUCAS
13
TODOS NECESITAMOS ARREPENTIRNOS. 1 En aquel momento
llegaron algunas personas a traerle la noticia de esos galileos cuya
sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. 2 Y
respondiendoles dilo: “¿Pensáis que estos galileos fueron los mas
pecadores de todos los galileos, porque han sufrido estas cosas? 3 Os
digo que de ninguna manera, sino que todos pereceréis igualmente si no
os arrepentís. 4 O bien aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la
torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos
los demás habitantes de Jerusalén? 5 Os digo que de ninguna manera sino
que todos perecereis igualmente si no os convertís”.
LA HIGUERA ESTÉRIL. 6 Y dijo esta parábola: “Un
hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a buscar fruto de
ella, y no lo halló. 7 Entonces dijo al viñador: “Mira, tres años hace
que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Por
qué ha de inutilizar la tierra?” 8 Mas él le respondió y dijo: “Señor,
déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor y eche abono. 9
Quizá dé fruto en lo futuro; si no, la cortarás”.
LA MUJER ENCORVADA. 10 Un día sabático enseñaba en una sinagoga. 11 Había allí una mujer que tenía desde hacía
dieciocho años, un espíritu de enfermedad: estaba toda encorvada, y sin
poder absolutamente enderezarse. 12 Al verla Jesús, la llamó y le dijo:
“Mujer, queda libre de tu enfermedad”. 13 Y puso sobre ella sus manos,
y al punto se enderezó y se puso a glorificar a Dios. 14 Entonces, el
jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en día
sabático, respondió y dijo al pueblo: “Hay seis días para trabajar; en
esos días podéis venir para haceros curar, y no el día de sábado”. 15
Mas Jesús le replicó diciendo: “Hipócritas, ¿cada uno de vosotros no
desata su buey o su asno del pesebre, en día sabático, para llevarlo al
abrevadero? 16 Y a ésta, que es una hija de
Abrahán, que Satanás tenía ligada hace ya dieciocho años, ¿no se la
había de libertar de sus ataduras, en día sabático?” 17 A estas
palabras, todos sus adversarios quedaron anonadados de vergüenza, en
tanto que la muchedumbre entera se gozaba de todas las cosas gloriosas
hechas por Él.
PARÁBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA Y DE LA LEVADURA. 18 Dijo entonces: “¿A
qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré compararlo? 19 Es
semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue a sembrar en
su huerta; creció, vino a ser un árbol, y los pájaros del cielo
llegaron a anidar en sus ramas”. 20 Dijo todavía: “¿Con qué podré
comparar el reino de Dios? 21 Es semejante a la
levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina y,
finalmente, todo fermentó”.
LA PUERTA ANGOSTA. 22 Y pasaba por ciudades y aldeas y enseñaba yendo
de viaje hacia Jerusalén. 23 Díjole uno: “Señor, ¿los que se salvan
serán pocos?” 24 Respondióles: “Pelead para entrar por la puerta
angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de entrar y no podrán.
25 En seguida que el dueño de casa se haya despertado y haya cerrado la
puerta, vosotros, estando fuera, os pondréis a llamar a la puerta
diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Mas él respondiendo os dirá: “No os
conozco (ni sé) de dónde
sois”. 26 Entonces
comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos delante de ti, y enseñaste en
nuestras plazas”. 27 Pero él os dirá: “Os digo, no sé ele dónde sois.
Alejaos de mí, obradores todos de iniquidad”. 28 Allí será el llanto y
el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a
todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros arrojados fuera.
22 y del oriente y del occidente, del norte y del mediodía vendrán a
sentarse a la mesa en el reino de Dios. 30 Y así hay últimos que serán
primeros, y primeros que serán últimos”.
EL ZORRO HERODES. 31 En ese momento se acercaron
algunos fariseos, para decirle: “¡Sal, vete de aquí, porque Herodes te
quiere matar”. 32 Y les dijo: “Id a decir a ese zorro: He aquí que echo
demonios y obro curaciones hoy y mañana; el tercer día habré terminado.
33 Pero hoy, mañana y al otro día, es necesario que Yo ande, porque no
cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”.
¡AY DE JERUSALÉN! 34 Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas,
y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise Yo reunir a
tus hijos, como la gallina reúne su pollada debajo de sus alas, y
vosotros no lo habéis querido! 35 Ved que vuestra casa os va a quedar
desierta. Yo os lo digo, no me volveréis a ver, hasta que llegue el
tiempo en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
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LUCAS
14
JESÚS SANA A UN HIDRÓPICO. 1 Como Él hubiese ido a
casa de un jefe de los fariseos, un día sabático a comer, ellos lo
acechaban. 2 Estaba allí, delante de Él un hombre hidrópico. 3 Tomando
la palabra, Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos:
“¿Es lícito curar, en día sabático, o no?” 4 Pero ellos guardaron
silencio. Tomándolo, entonces, de la mano, lo sanó y lo despidió. 5 Y
les dijo: “¿Quién hay de vosotros, que viendo a su hijo o su buey caído
en un pozo, no lo saque pronto de allí, aun en día de sábado?” 6 Y no fueron capaces de responder a esto.
PARÁBOLA DE LOS PRIMEROS PUESTOS. 7 Observando cómo elegían los
primeros puestos en la mesa, dirigió una parábola a los invitados,
diciéndoles: 8 “Cuando seas invitado a un convite de bodas, no te
pongas en el primer puesto, no sea que haya allí otro convidado objeto
de mayor honra que tú 9 y viniendo el que os convido a ambos, te diga:
“Deja el sitio a éste”, y pases entonces, con vergüenza, a ocupar el
último lugar. 10 Por el contrario, cuando seas invitado, ve a ponerte
en el último lugar, para que, cuando entre el que te invitó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”. Y entonces tendrás honor a los ojos de todos
los convidados. 11 Porque el que se levanta, será
abajado; y el que se abaja, será levantado”. 12 También dijo al que lo
había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no
sea, que ellos te inviten a su vez, y que esto sea tu pago. 13 Antes
bien, cuando des un banquete, convida a los pobres, a los lisiados, a
los cojos, y a los ciegos. 14 Y feliz serás, porque ellos no tienen
cómo retribuirte, sino que te será retribuido en la resurrección de los
justos”.
PARÁBOLA DEL GRAN BANQUETE. 15 A estas palabras, uno de los convidados
le dijo: “¡Feliz el que pueda comer en el reino de Dios!” 16 Mas Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena
a la cual tenía invitada mucha gente. 17 Y envió a su servidor, a la
hora del festín, a decir a los convidados: “Venid, porque ya todo está
pronto”. 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo:
“He comprado un campo, y es preciso que vaya a verlo; te ruego me des
por excusado”. 19 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y me
voy a probarlas; te ruego me tengas por excusado”. 20 Otro dijo: “Me he
casado, y por tanto no puedo ir”. 21 El servidor
se volvió a contar todo esto a su amo. Entonces, lleno de ira el dueño
de casa, dijo a su servidor: “Sal en seguida a las calles y callejuelas
de la ciudad; y tráeme acá los pobres, y lisiados, y ciegos y cojos”.
22 El servidor vino a decirle: “Señor, se ha hecho lo que tú mandaste,
y aun hay sitio”. 23 Y el amo dijo al servidor: “Ve a lo largo de los
caminos y de los cercados, y compele a entrar, para que se llene mi
casa. 24 Porque yo os digo, ninguno de aquellos varones que fueron
convidados gozará de mi festín”.
EL AMOR DE PREFERENCIA. 25 Como grandes muchedumbres le iban siguiendo
por el camino, se volvió y les dijo: 26 “Si alguno
viene a Mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a
sus hermanos y a sus hermanas, y aun también a su propia vida, no puede
ser discípulo mío. 27 Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda
en pos de Mí, no puede ser discípulo mío”.
28 “Porque, ¿quién de entre vosotros, queriendo edificar una torre, no
se sienta primero a calcular el gasto y a ver si tiene con qué
acabarla? 29 No sea que, después de haber puesto el cimiento,
encontrándose incapaz de acabar, todos los que vean esto comiencen a
menospreciarlo 30 diciendo: “Este hombre se puso a edificar, y ha sido
incapaz de llegar a término”. 31 ¿O qué rey,
marchando contra otro rey, no se pone primero a examinar si es capaz,
con diez mil hombres, de afrontar al que viene contra él con veinte
mil? 32 Y si no lo es, mientras el otro está todavía lejos, le envía
una embajada para pedirle la paz. 33 Así, pus, cualquiera que entre
vosotros no renuncia a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío.
34 La sal es buena, mas si la sal pierde su fuerza, ¿con qué será
sazonada? 35 Ya no sirve, ni tampoco sirve para la tierra, ni para el
muladar: la arrojan fuera. ¡Quién tiene oídos para oír, oiga!”
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LUCAS
15
PARÁBOLA DE LA OVEJA DESCARRIADA. 1 Todos los
publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírlo. 2 Mas los
fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los
pecadores y come con ellos”. 3 Entonces les dirigió esta parábola: 4
“¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder
una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir
tras la oveja perdida, hasta que la halle? 5 Y cuando la hallare, la
pone sobre sus hombros, muy gozoso, 6 y vuelto a
casa, convoca a amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque
hallé mi oveja, la que andaba perdida”. 7 Así, os digo, habrá gozo en
el cielo, más por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y
nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”.
LA DRACMA PERDIDA. 8 “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si llega a
perder una sola dracma, no enciende un candil y barre la casa y busca
con cuidado, hasta que la halla? 9 Y cuando la ha encontrado, convoca a
las amigas y las vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he
encontrado la dracma que había perdido”. 10 Os digo que la misma
alegría reina en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador
que se arrepiente”.
EL HIJO PRÓDIGO. 11 Dijo aún: “Un hombre tenía dos
hijos, 12 el menor de lo cuales dijo a su padre: “Padre, dame la parte
de los bienes, que me ha de tocar”. Y les repartió su haber. 13 Pocos
días después, el menor, juntando todo lo que tenía, partió para un país
lejano, y allí disipó todo su dinero, viviendo perdidamente. 14 Cuando
lo hubo gastado todo, sobrevino gran hambre en ese país, y comenzó a
experimentar necesidad. 15 Fué, pues, a ponerse a las órdenes de un
hombre del país, el cual lo envió a sus tierras a apacentar los
puercos. 16 Y hubiera, a la verdad, querido
llenarse el estómago con las algarrobas que comían los puercos, pero
nadie se las daba. 17 Volviendo entonces sobre sí mismo, se dijo:
“¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me
muero de hambre! 18 Me levantaré, iré a mi padre, y le diré: “Padre, he
pecado contra el cielo y delante de ti. 19 Ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus jornaleros”. 20 Y levantándose
se volvió hacia su padre. Y cuando estaba todavía lejos, su padre lo
vio, y se le enternecieron las entrañas, y corriendo a él, cayó sobre
su cuello y lo cubrió de besos. 21 Su hijo le
dijo: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo”. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: “Pronto
traed aquí la ropa, la primera, y vestidlo con ella; traed un anillo
para su mano, y calzado para sus pies; 23 y traed el novillo cebado,
matadlo, y comamos y hagamos fiesta: 24 porque este hijo mío estaba
muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado”. Y
comenzaron la fiesta. 25 Mas sucedió que el hijo mayor estaba en el
campo. Cuando, al volver llegó cerca de la casa, oyó música y coros. 26 Llamó a uno de los criados y le averiguó qué era
aquello. 27 Él le dijo: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el
novillo cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. 28 Entonces se
indignó y no quería entrar. Su padre salió y lo llamó. 29 Pero él
contestó a su padre: “He aquí tantos años que te estoy sirviendo y
jamás he transgredido mandato alguno tuyo; a mí nunca me diste un
cabrito para hacer fiesta con mis amigos. 30 Pero cuando tu hijo, éste
que se ha comido toda, su hacienda con meretrices, ha vuelto, le has
matado el novillo cebado”. 31 El padre le dijo:
“Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Pero
estaba bien hacer fiesta y regocijarse, porque este hermano tuyo había
muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado”.
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LUCAS
16
PARÁBOLA DEL ADMINISTRADOR INFIEL. 1 Dijo también,
dirigiéndose a sus discípulos: “Había un hombre rico, que tenía un
mayordomo. Este le fué denunciado como que dilapidaba sus bienes. 2 Lo
hizo venir y le dijo: “¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu
administración, porque ya no puedes ser mayordomo”. 3 Entonces el
mayordomo se dijo dentro de sí mismo: “¿Qué voy a hacer, puesto que mi
amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz; mendigar me da
vergüenza. 4 Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido
de la mayordomía, me reciban en sus casas”. 5 Y llamando a cada uno de
los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” 6 Y él contestó: “Cien barriles de aceite”. Le dijo:
“Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta”. 7 Luego
dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Éste le dijo: “Cien medidas de
trigo”. Le dijo: “Aquí tienes tu vale, escribe ochenta”. 8 Y alabó el
señor al inicuo mayordomo, porque había obrado sagazmente. Es que los
hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más
listos que los hijos de la luz. 9 Por lo cual Yo os digo, granjeaos
amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os
reciban en las moradas eternas. 10 El fiel en lo muy poco, también en
lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo
mucho es injusto. 11 Si, pues, no habéis sido
fieles en la riqueza inicua, ¿quién os confiará la verdadera? 12 Y si
en lo ajeno no habéis sido fieles, ¿quién os dará lo vuestro?”.
13 “Ningún servidor puede servir a dos amos, porque odiará al uno y
amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro; no podéis
servir, a Dios y a Mammón”.
LA HIPOCRESÍA DE LOS FARISEOS. 14 Los fariseos, amadores del dinero,
oían todo esto y se burlaban de Él. 15 Díjoles entonces: “Vosotros sois
los que os hacéis pasar por justos a los ojos de los hombres, pero Dios
conoce vuestros corazones. Porque lo que entre los hombres es altamente
estimado, a los ojos de Dios es abominable. 16 La
Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ese momento el reino de
Dios se está anunciando, y todos le hacen fuerza. 17 Pero es más fácil
que el cielo y la tierra pasen, y no que e borre una sola tilde de la
Ley. 18 Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete
adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete
adulterio”.
EL RICO EPULÓN Y LÁZARO. 19 “Había un hombre rico, que se vestía de
púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. 20 Y un
mendigo, llamado Lázaro, se estaba tendido a su puerta, cubierto de
úlceras, 21 y deseando saciarse con lo que caía de
la mesa del rico, en tanto que hasta los perros se llegaban y le lamían
las llagas. 22 Y sucedió que el pobre murió, y fué llevado por los
ángeles al seno de Abrahán. También el rico murió, y fué sepultado. 23
Y en el abismo, levantó los ojos, mientras estaba en los tormentos, y
vio de lejos a Abrahán con Lázaro en su seno. 24 Y exclamó: “Padre
Abrahán, apiádate de mí, y envía a Lázaro para que, mojando en el agua
la punta de su dedo, refresque mi lengua, porque soy atormentado en
esta llama”. 25 Abrahán le respondió: “Acuérdate, hijo, que tú
recibiste tus bienes durante tu vida, y así también Lázaro los males.
Ahora él es consolado aquí, y tú sufres. 26 Por lo
demás, entre nosotros y vosotros un gran abismo ha sido establecido, de
suerte que los que quisiesen pasar de aquí a vosotros, no lo podrían; y
de allí tampoco se puede pasar hacia nosotros”. 27 Respondió: “Entonces
te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo
cinco hermanos, para que les dé testimonio, afín de que no vengan,
también ellos, a este lugar de tormentos”. 29 Abrahán respondió:
“Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. 30 Replicó: “No,
padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va junto a ellos, se
arrepentirán”. 31 Él, empero, le dijo: “Si no
escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir, ni aun
cuando alguno resucite de entre los muertos”.
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LUCAS
17
EL ESCÁNDALO. 1 Dijo a sus discípulos: “Es
inevitable que sobrevengan escándalos, pero, ¡ay de aquel por quien
vienen! 2 Más le valdría que le suspendiesen una piedra de molino
alrededor del cuello, y lo echasen al mar, que escandalizar a uno de
estos pequeños. 3 Mirad por vosotros”.
PERDÓN ILIMITADO DE LAS OFENSAS. “Si uno de tus hermanos llega a pecar,
repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. 4 Y si peca siete veces en
un día contra ti, y siete veces vuelve a ti y te dice: «Me arrepiento»,
tú le perdonarás”.
PODER DE LA FE. 5 Y los apóstoles dijeron al Señor: “Añádenos fe”. 6 Y el Señor dijo: “Si tuvierais alguna fe, aunque no
fuera más grande que un grano de mostaza, diríais a este sicomoro:
“Desarráigate y plántate en el mar”, y él os obedecería. 7 ¿Quien de
vosotros, que tenga un servidor, labrador o pastor, le dirá cuando éste
vuelve del campo: “Pasa en seguida y ponte a la mesa?” 8 ¿No le dirá
más bien: “Prepárame de comer; y ceñido sírveme luego hasta que yo haya
comido y bebido, y después comerás y beberás tú?” 9 ¿Y acaso agradece
al servidor por haber hecho lo que le mandó? 10 Así también vosotros,
cuando hubiereis hecho todo lo que os, está mandado, decid: “Somos
siervos inútiles, lo que hicimos, estábamos obligados a hacerlo”.
LOS DIEZ LEPROSOS. 11 Siguiendo su camino hacia
Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea,
diez hombres leprosos vinieron a su encuentro, los cuales se detuvieron
a la distancia, 13 y, levantando la voz, clamaron: “Maestro Jesús, ten
misericordia de nosotros”. 14 Viéndolos, les dijo: “Id, mostraos a los
sacerdotes”. Y mientras iban quedaron limpios. 15 Uno de ellos, al ver
que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, 16 y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús dándole
gracias, y éste era samaritano. 17 Entonces Jesús dijo: ¿No fueron
limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están? 18 ¿No hubo quien
volviese a dar gloria a Dios sino este extranjero?” 19 Y le dijo:
“Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.
LAS DOS VENIDAS DEL MESÍAS. 20 Interrogado por los fariseos acerca de
cuándo vendrá el reino de Dios, les respondió y dijo: “El reino de Dios
no viene con advertencia, 21 ni dirán: «¡Está
aquí!» o «¡Está allí!» porque ya está el reino de Dios en medio de
vosotros”. 22 Dijo después a sus discípulos: “Vendrán días en que
desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
23 Y cuando os digan: «¡Está allí!» o «¡Está aquí!» no vayáis allí y no
corráis tras de él. 24 Porque, como el relámpago, fulgurando desde una
parte del cielo, resplandece hasta la otra, así será el Hijo del
hombre, en su día. 25 Mas primero es necesario que él sufra mucho y que
sea rechazado por la generación esta. 26 Y como
fué en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del
hombre. 27 Comían, bebían, se casaban (los
hombres), y eran dadas en
matrimonio (las mujeres),
hasta el día en que Noé entró en el arca, y
vino el cataclismo y los hizo perecer a todos. 28 Asimismo, como fué en
los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,
edificaban; 29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo
una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos. 30
Conforme a estas cosas sera en el día en que el Hijo del hombre sea
revelado. 31 En aquel día, quien se encuentre
sobre la azotea, y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a
recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva
por las que dejó atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 El que
procurare conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la
hallará. 34 Yo os digo, que en aquella noche, dos hombres estarán
reclinados a una misma mesa: el uno será tomado, el otro dejado; 35 dos
mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, la otra dejada. 36 [Estarán dos en el campo; el uno será tomado, el
otro dejado]”. 37 Entonces le preguntaron: “¿Dónde, Señor?” Les
respondió: “Allí donde está el cadáver, allí se juntarán los buitres”.
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LUCAS
18
EL JUEZ INICUO. 1 Les propuso una parábola sobre la
necesidad de que orasen siempre sin desalentarse: 2 “Había en una
ciudad un juez que no temía a Dios y no hacía ningún caso de los
hombres. 3 Había también allí, en esta misma ciudad, una viuda, que iba
a buscarlo y le decía: “Hazme justicia librándome de mi adversario”. 4
Y por algún tiempo no quiso; mas después dijo para sí: “Aunque no temo
a Dios, ni respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me
importuna, le haré justicia, no sea que al fin venga y me arañe la
cara. 6 Y el Señor agregó: “Habéis oído el lenguaje
de aquel juez inicuo. 7 ¿Y Dios no habrá de vengar a sus elegidos, que
claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con respecto a ellos? 8
Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente. Pero el Hijo
del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?”.
EL FARISEO Y EL PUBLICANO. 9 Para algunos, los que estaban persuadidos
en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás,
dijo también esta parábola: 10 “Dos hombres subieron al Templo a orar,
el uno fariseo, el otra publicano. 11 El fariseo,
erguido, oraba en su corazón de esta manera: “Oh Dios, te doy gracias
de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos,
adúlteros, ni como el publicano ése. 12 Ayuno dos veces en la semana y
doy el diezmo de todo cuanto poseo”. 13 El publicano, por su parte,
quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo,
sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, compadécete de mí, el
pecador”. 14 Os digo: éste bajó a su casa justificado , mas no el otro;
porque el que se eleva, será abajado; y el que se abaja, será elevado”.
NECESIDAD DE LA INFANCIA ESPIRITUAL. 15 Y le traían también los
niñitos, para que los tocase; viendo lo cual, los discípulos los
regañaban. 16 Pero Jesús llamó a los niños,
diciendo: “Dejad a los pequeñuelos venir a Mí: no les impidáis; porque
de los tales es el reino de Dios. 17 En verdad os digo: quien no recibe
el reino de Dios como un niñito, no entrará en él”.
PELIGROS DE LA RIQUEZA. 18 Preguntóle cierto dignatario: “Maestro
bueno, ¿qué he de hacer para poseer en herencia la vida eterna?” 19
Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno:
Dios. 20 Conoces los mandamientos. “No cometerás adulterio, no matarás,
no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”. 21 Él repuso: “Yo he cumplido todo esto desde mi
juventud”. 22 A lo cual Jesús replicó: “Una cosa te queda todavía: todo
cuanto tienes véndelo y distribuye a pobres, y tendrás un tesoro en los
cielos; y ven y sígueme”. 23 Al oír estas palabras, se entristeció,
porque era muy rico. 24 Mirándolo, entonces, Jesús dijo: “¡Cuán
difícilmente, los que tienen los bienes entran en el reino de Dios! 25
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico
entre en el reino de Dios”. 26 Y los oyentes
dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” 27 Respondió: “Las cosas
imposibles para hombres, posibles para Dios son”. 28 Entonces Pedro le
dijo: “Tú ves, nosotros hemos dejado las cosas propias y te hemos
seguido”. 29 Respondióles: “En verdad, os digo, nadie dejará casa o
mujer o hermanos o padres o hijos a causa del reino de Dios, 30 que no
reciba muchas veces otra tanto en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna”.
JESÚS PREDICE NUEVAMENTE SU PASIÓN. 31 Tomando
consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo
lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo
del hombre. 32 Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo
ultrajarán, escupirán sobre Él, 33 y después de haberlo azotado, lo
matarán, y al tercer día resucitará”. 34 Pero ellos no entendieron
ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no
conocieron de qué hablaba.
EL CIEGO DE JERICÓ. 35 Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego
estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. 36
Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó que era eso. 37 Le dijeron:
“Jesús, el Nazareno pasa”. 38 Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David,
apiádate de mí!” 39 Los que iban delante, lo reprendían para que se
callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate
de mí!” 40 Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se
hubo acercado, le preguntó: 41 “¿Qué deseas que te
haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!” 42 Y Jesús le dijo:
“Recíbela, tu fe te ha salvado”. 43 Y en seguida vio, y lo acompañó
glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
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LUCAS
19
ZAQUEO EL PUBLICANO. 1 Entró en Jericó, e iba
pasando. 2 Y he aquí que un hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de
los publicanos, 3 buscaba ver a Jesús para conocerlo, pero no lo
lograba a causa de la mucha gente, porque era pequeño de estatura. 4
Entonces corrió hacia adelante, y subió sobre un sicomoro para verlo,
porque debía pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a este lugar, levantó
los ojos y dijo: “Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que
Yo me hospede en tu casa”. 6 Y éste descendió
rápidamente, y lo recibió con alegría. 7 Viendo lo cual, todos
murmuraban y decían: “Se ha ido a hospedar en casa de un varón
pecador”. 8 Mas Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Señor, he aquí
que doy a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he
perjudicado a alguno le devuelvo el cuádruplo”. 9 Jesús le dijo: “Hoy
se obró salvación a esta casa, porque también él es un hijo de Abrahán.
10 Vino el Hijo del hombre a buscar y a salvar lo perdido”.
PARÁBOLA DE LAS MINAS. 11 Oyendo ellos todavía
estas cosas, agregó una parábola, porque se hallaba próximo a
Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a ser manifestado
en seguida. 12 Dijo pues: “Un hombre de noble linaje se fué a un país
lejano a tomar para sí posesión de un reino y volver. 13 Llamó a diez
de sus servidores y les entregó diez minas , diciéndoles: “Negociad
hasta que yo vuelva”. 14 Ahora bien, sus conciudadanos lo odiaban, y
enviaron una embajada detrás de él diciendo: “No queremos que ése reine
sobre nosotros”. 15 Al retornar él, después de haber recibido el
reinado, dijo que le llamasen a aquellos servidores a quienes había
entregado el dinero, a fin de saber lo que había negociado cada uno. 16 Presentóse el primero y dijo: “Señor, diez minas
ha producido tu mina”. 17 Le dijo: “Enhorabuena, buen servidor, ya que
has sido fiel en tan poca cosa, recibe potestad sobre diez ciudades”.
18 Y vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco
minas”. 19 A él también le dijo: “Y tú sé gobernador de cinco
ciudades”. 20 Mas el otro vino diciendo: “Señor, aquí tienes tu mina,
que tuve escondida en un pañuelo. 21 Pues te tenía
miedo, porque tú eres un hombre duro; sacas lo que no pusiste, y siegas
lo que no sembraste”. 22 Replicóle: “Por tu propia boca te condeno,
siervo malvado. ¿Pensabas que soy hombre duro, que saco lo que no puse,
y siego lo que no sembré? 23 Y entonces por que no diste el dinero mío
al banco? (Así al menos) a
mi regreso lo hubiera yo recobrado con
réditos”. 24 Y dijo a los que estaban allí: “Quitadle la mina, y
dádsela al que tiene diez”. 25 Dijéronle: “Señor, tiene diez minas”. 26 “Os digo: a todo el que tiene, se le dará; y al
que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. 27 En cuanto a mis
enemigos, los que no han querido que yo reinase sobre ellos, traedlos
aquí y degolladlos en mi presencia”.
ACLAMACIÓN DEL MESÍAS REY EN JERUSALÉN. 28 Después de haber dicho esto,
marchó al frente subiendo a Jerusalén. 29 Y cuando se acercó a Betfagé
y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de su discípulos,
30 diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella,
encontraréis un burrito atado sobre el cual nadie ha montado todavía;
desatadlo y traedlo. 31 Y si alguien os pregunta:
“¿Por qué lo desatáis?”, diréis así: “El Señor lo necesita”. 32 Los
enviados partieron y encontraron las cosas como les había dicho. 33
Cuando desataban el burrito, los dueños les dijeron: “Por qué desatáis
el pollino?” 34 Respondieron: “El Señor lo necesita”. 35 Se lo llevaron
a Jesús, pusieron sus mantos encima, e hicieron montar a Jesús. 36 Y mientras Él avanzaba, extendían sus mantos sobre
el camino. 37 Una vez que estuvo próximo al descenso del Monte de los
Olivos, toda la muchedumbre de los discípulos, en su alegría, se puso a
alabar a Dios con gran voz, por todos los portentos que habían visto,
38 y decían: “Bendito el que viene, el Rey en nombre del Señor. En el
cielo paz, y gloria en las alturas”. 39 Pero algunos fariseos, de entre
la multitud, dirigiéndose a Él, dijeron: “Maestro, reprende a tus
discípulos”. 40 Mas Él respondió: “Os digo, si estas gentes se callan,
las piedras se pondrán a gritar”.
¡AY DE JERUSALÉN! 41 Y cuando estuvo cerca, viendo
la ciudad, lloró sobre ella. 42 y dijo: “¡Ah si en este día conocieras
también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus
ojos. 43 Porque vendrán días sobré ti, y tus enemigos te circunvalarán
con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de todas
partes; 44 derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no
dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que
has sido visitada”.
IRA DE JESÚS ANTE EL COMERCIO EN EL TEMPLO. 45 Entró en el Templo y se
puso a echar a los vendedores, 46 y les dijo:
“Está escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis
hecho una cueva de ladrones”. 47 Y día tras día enseñaba en el Templo.
Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle, y
también los jefes del pueblo; 48 pero no acertaban con lo que habían de
hacer, porque el pueblo entero estaba en suspenso, escuchándolo.
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LUCAS
20
UNA VEZ MÁS CONFUNDE JESÚS A SUS ENEMIGOS. 1 Un día
en que Él enseñaba al pueblo en el Templo, anunciando el Evangelio, se
hicieron presentes los sumos sacerdotes y los escribas con los
ancianos, 2 y le dijeron: “Dinos, ¿con qué autoridad haces esto, o
quién es el que te ha dado esa potestad?” 3 Respondióles diciendo: “Yo
quiero, a mi vez, haceros una pregunta. Decidme: 4 El bautismo de Juan
¿venía del cielo o de los hombres?” 5 Entonces ellos discurrieron así
en sí mismos: “Si contestamos: «del cielo», dirá: «¿Por qué no le
creísteis?» 6 Y si decimos: «de los hombres», el
pueblo todo entero nos apedreará, porque esta convencido de que Juan
era profeta”. 7 Por lo cual respondieron no saber de dónde. 8 Y Jesús
les dijo: “Ni Yo tampoco os digo con cuál potestad hago esto”.
LOS VIÑADORES HOMICIDAS. 9 Y se puso a decir al pueblo esta parábola:
“Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores, y se
ausentó por un largo tiempo. 10 En su oportunidad envió un servidor a
los trabajadores, a que le diesen del fruto de la viña. Pero los
labradores lo apalearon y lo devolvieron vacío. 11
Envió aún otro servidor; también a éste lo apalearon, lo ultrajaron y
lo devolvieron vacío. 12 Les envió todavía un tercero a quien
igualmente lo hirieron y lo echaron fuera. 13 Entonces, el dueño de la
viña dijo: “¿Qué haré? Voy a enviarles a mi hijo muy amado; tal vez a
Él lo respeten”. 14 Pero, cuando lo vieron los labradores deliberaron
unos con otros diciendo: “Este es el heredero. Matémoslo, para que la
herencia sea nuestra”. 15 Lo sacaron; pues, fuera de la viña y lo
mataron. ¿Qué haya con ellos el dueño de la viña? 16
Vendrá y hará perecer a estos labradores, y entregará la viña a otros”.
Ellos, al oír, dijeron: “¡Jamás tal cosa!” 17 Pero Él, fija la mirada
sobre ellos, dijo: “¿Qué es aquello que está escrito: «La piedra que
desecharon los que edificaban, ésa resultó cabeza de esquina?» 18 Todo
el que cayere sobre esta piedra, quedará hecho pedazos; y a aquel sobre
quien ella cayere, lo hará polvo”. 19 Entonces los escribas y los sumos
sacerdotes trataban de echarle mano en aquella misma hora, pero
tuvieron miedo del pueblo; porque habían comprendido bien, que para
ellos había dicho esta parábola. 20 Mas no lo perdieron de vista y
enviaron unos espías que simulasen ser justos, a fin de sorprenderlo en
sus palabras, y así poder entregarlo a la potestad y a la jurisdicción
del gobernador.
LO QUE ES DEL CÉSAR. 21 Le propusieron, pues, esta
cuestión: “Maestro, sabemos que Tu hablas y enseñas con rectitud y que
no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios según
la verdad. 22 ¿Nos es lícito pagar el tributo al César o no?” 23 Pero
Él, conociendo su perfidia, les dijo: 24 Mostradme un denario. ¿De
quién lleva la figura y la leyenda?” Respondieron: “Del César”. 25 Les
dijo: “Así pues, pagad al César lo que es del César, y lo que es de
Dios, a Dios”. 26 Y no lograron sorprenderlo en
sus palabras delante del pueblo; y maravillados de su respuesta
callaron.
LOS SADUCEOS Y LA RESURRECCIÓN. 27 Acercáronse, entonces, algunos
saduceos, los cuales niegan la resurrección, y le interrogaron
diciendo: 28 “Maestro, Moisés nos ha prescripto, que si el hermano de
alguno muere dejando mujer sin hijo, su hermano debe casarse con la
mujer, para dar posteridad al hermano. 29 Éranse, pues, siete hermanos.
El primero tomó mujer, y murió sin hijo. 30 El segundo, 31
y después el tercero, la tomaron, y así (sucesivamente) los siete que
murieron sin dejar hijo. 32 Finalmente murió también la mujer. 33 Esta
mujer, en la resurrección, ¿de quién vendrá a ser esposa? porque los
siete la tuvieron por mujer”. 34 Díjoles Jesús: “Los hijos de este
siglo toman mujer, y las mujeres son dadas en matrimonio; 35 mas los
que hayan sido juzgados dignos de alcanzar el siglo aquel y la
resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer, y (las mujeres) no
serán dadas en matrimonio, 36 porque no pueden ya
morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo
hijos de la resurrección. 37 En cuanto a que los muertos resucitan,
también Moisés lo dio a entender junto a la zarza, al nombrar al Señor
“Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob”. 38 Porque, no es Dios
de muertos, sino de vivos, pues todos para Él viven”. 39 Sobre lo cual,
algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. 40 Y no se
atrevieron a interrogarlo más.
JESÚS DEMUESTRA SU DIVINIDAD CON LOS SALMOS. 41
Pero Él les dijo: “¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42
Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: «El Señor dijo a mi
Señor: “Siéntate a mi diestra, 43 hasta que Yo ponga a tus enemigos por
escabel de tus pies”». 44 Así, pues, David lo llama “Señor”; entonces,
¿cómo es su hijo?”.
ADVERTENCIAS SOBRE LOS ESCRIBAS. 45 En presencia de todo el pueblo,
dijo a sus discípulos: 46 “Guardaos de los
escribas, que se complacen en andar con largas vestiduras, y en ser
saludados en las plazas públicas; que apetecen los primeros asientos en
las sinagogas y los primeros divanes en los convites; 47 que devoran
las casas de las viudas, y afectan orar largamente. ¡Para esas gentes
será más abundante la sentencia!”
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LUCAS
21
LA OFRENDA DE LA VIUDA. 1 Levantó los ojos y vio a
los ricos que echaban sus dádivas en el arca de las ofrendas. 2 Y vio
también a una viuda menesterosa, que echaba allí dos moneditas de
cobre; 3 y dijo: En verdad; os digo, esta viuda, la pobre, ha echado
mas que todos, 4 pues todos éstos de su abundancia echaron para las
ofrendas de Dios, en tanto que ésta echó de su propia indigencia todo
el sustento que tenía”.
VATICINIO DE LA RUINA DEL TEMPLO Y DEL FIN DEL MUNDO. 5 Como algunos,
hablando del Templo, dijesen que estaba adornado de hermosas piedras y
dones votivos, dijo: 6 “Vendrán días en los cuales,
de esto que veis, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”.
7 Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será
la señal para conocer que están a punto de suceder?” 8 Y Él dijo:
“Mirad que no os engañen; porque vendrán muchos en mi nombre y dirán:
«Yo soy; ya llegó el tiempo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de
guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero
no es en seguida el fin”. 10 Entonces les dijo: “Pueblo se levantará
contra pueblo, reino contra reino. 11 Habrá
grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres y pestes; habrá
también prodigios aterradores y grandes señales en el cielo. 12 Pero
antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las
sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a
causa de mi nombre. 13 Esto os servirá para testimonio. 14 Tened, pues,
resuelto, en vuestros corazones no pensar antes como habéis de hablar
en vuestra defensa, 15 porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual
ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir. 16 Seréis entregados aún por padres y hermanos, y
parientes y amigos; y harán morir a algunos de entre vosotros, 17 y
seréis odiados de todos a causa de mi nombre. 18 Pero ni un cabello de
vuestra cabeza se perderá. 19 En vuestra perseverancia salvaréis
vuestras almas”.
20 “Mas cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que su
desolación está próxima. 21 Entonces, los que
estén en Judea, huyan a las montadas; los que estén en medio de ella
salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar, 22
porque días de venganza son éstos, de cumplimiento de todo lo que está
escrito. 23 ¡Ay de las que estén encintas y de las que creen en
aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran
cólera contra este pueblo. 24 Y caerán a filo de espada, y serán
deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por
gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”.
25 “Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la
tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido
del mar y la agitación (de sus olas).
26 Los
hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que
ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán
conmovidas. 27 Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en
una nube con gran poder y grande gloria. 28 Mas cuando estas cosas
comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra
redención se acerca”.
LA SEÑAL DE LA HIGUERA. 29 Y les dijo una parábola: “Mirad la higuera y
los árboles todos: 30 cuando veis que brotan, sabéis por vosotros
mismos que ya se viene el verano. 31 Así también,
cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está
próximo. 32 En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta
que todo se haya verificado. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán. 34 Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros
corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta
vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso, 35 como una
red; porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra entera. 36 Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis
escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante
del Hijo del hombre”.
37 Durante el día enseñaba en el Templo, pero iba a pasar la noche en
el monte llamado de los Olivos. 38 Y todo el pueblo, muy de mañana
acudía a Él en el Templo para escucharlo.
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V.
PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS (Cap. 22 - Cap. 23)
LUCAS
22
JUDAS TRAICIONA AL MAESTRO. 1 Se aproximaba la
fiesta de los Ázimos, llamada la Pascua. 2 Andaban los sumos sacerdotes
y los escribas buscando cómo conseguirían hacer morir a Jesús, pues
temían al pueblo. 3 Entonces, entró Satanás en Judas por sobrenombre
Iscariote, que era del número de los Doce. 4 Y se fué a tratar con los
sumos sacerdotes y los oficiales (de
la guardia del Templo) de cómo lo
entregaría a ellos. 5 Mucho se felicitaron, y convinieron con él en
darle dinero. 6 Y Judas empeñó su palabra, y
buscaba una ocasión para entregárselo a espaldas del pueblo.
LA ÚLTIMA CENA. 7 Llegó, pues, el día de los Ázimos, en que se debía
inmolar la pascua. 8 Y envió (Jesús)
a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Id
a prepararnos la Pascua, para que la podamos comer”. 9 Le preguntaron:
“Dónde quieres que la preparemos?” 10 Él les respondió. “Cuando entréis
en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua;
seguidlo hasta la casa en que entre. 11 Y diréis
al dueño de casa: “El Maestro te manda decir: ¿Dónde está el aposento
en que comeré la pascua con mis discípulos?” 12 Y él mismo os mostrará
una sala del piso alto, amplia y amueblada; disponed allí lo que es
menester”. 13 Partieron y encontraron todo como Él les había dicho, y
prepararon la pascua. 14 Y cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y
los apóstoles con Él. 15 Díjoles entonces: “De todo corazón he deseado
comer esta pascua con vosotros antes de sufrir. 16
Porque os digo que Yo no la volveré a comer hasta que ella tenga su
plena realización en el reino de Dios”. 17 Y, habiendo recibido un
cáliz dio gracias y dijo: “Tomadlo y repartíoslo. 18 Porque, os digo,
desde ahora no bebo del fruto de la vid hasta que venga el reino de
Dios”. 19 Y habiendo tomado pan y dado gracias, (lo) rompió, y les dio
diciendo: “Este es el cuerpo mío, el que se da para vosotros. Haced
esto en memoriamía”. 20 Y asimismo el cáliz, después que hubieron
cenado, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se
derrama para vosotros. 21 Sin embargo, ved: la
mano del que me entrega está conmigo a la mesa. 22 Porque el Hijo del
hombre se va, según lo decretado, pero ¡ay del hombre por quien es
entregado!” 23 Y se pusieron a preguntarse entre sí quién de entre
ellos sería el que iba a hacer esto.
DISPUTA ENTRE LOS APÓSTOLES. 24 Hubo también entre ellos una discusión
sobre quién de ellos parecía ser mayor. 25 Pero Él les dijo: “Los reyes
de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen sobre
ellas el poder son llamados bienhechores. 26 No
así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor; y el
que manda, como quien sirve. 27 Pues ¿quién es mayor, el que está
sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a
la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente. 28
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas. 29 Y
Yo os confiero dignidad real como mi Padre me la ha conferido a Mí, 30
para que comáis y bebáis a mi mesa en, mi reino, y os sentéis sobre
tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
JESÚS PREDICE LA NEGACIÓN DE PEDRO. 31 Simón
Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace
con el trigo. 32 Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no
desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. 33
Pedro le respondió: “Señor, yo estoy pronto para ir contigo a la cárcel
y a la muerte”. 34 Mas Él le dijo: “Yo te digo, Pedro, el gallo no
cantará hoy, hasta que tres veces hayas negado conocerme”. 35 Y les
dijo: “Cuando Yo os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, os faltó
alguna cosa?” Respondieron: “Nada”. 36 Y agregó:
“Pues bien, ahora, el que tiene una bolsa, tómela consigo, e igualmente
la alforja; y quien no tenga, venda su manto y compre una espada. 37
Porque Yo os digo, que esta palabra de la Escritura debe todavía
cumplirse en Mí: «Y ha sido contado entre los malhechores». Y así, lo
que a Mí se refiere, toca a su fin”. 38 Le dijeron: “Señor, aquí hay
dos espadas”. Les contestó: “Basta”.
GETSEMANÍ. 39 Salió y marchó, como de costumbre, al Monte de los
Olivos, y sus discípulos lo acompañaron. 40 Cuando estuvo en ese lugar,
les dijo: “Rogad que no entréis en tentación”. 41
Y se alejo o de ellos a distancia como de un tiro de piedra, 42 y,
habiéndose arrodillado, oró así: “Padre, si quieres, aparta de Mí este
cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. 43 Y se le apareció
del cielo un ángel y lo confortaba. 44 Y entrando en agonía, oraba sin
cesar. Y su sudor fué como gotas de sangre, que caían sobre la tierra.
45 Cuando se levantó de la oración, fué a sus discípulos, y los halló
durmiendo, a causa de la tristeza. 46 Y les dijo:
“¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación”.
EL BESO DE JUDAS. 47 Estaba todavía hablando, cuando llegó una tropa, y
el que se llamaba Judas, uno de los Doce, iba a la cabeza de ellos, y
se acercó a Jesús para besarlo. 48 Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso
entregas al Hijo del Hombre?” 49 Los que estaban con Él, viendo lo que
iba a suceder, le dijeron: “Señor, ¿golpearemos con la espada?” 50 Y
uno de ellos dio un golpe al siervo del sumo sacerdote, y le separó la
oreja derecha. 51 Jesús, empero, respondió y dijo:
“Sufrid aún ésto”; y tocando la oreja la sanó. 52 Después Jesús dijo a
los que habían venido contra Él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo
y ancianos: “¿Cómo contra un ladrón salisteis con espadas y palos? 53
Cada día estaba Yo con vosotros en el Templo, y no habéis extendido las
manos contra Mí. Pero ésta es la hora vuestra, y la potestad de la
tiniebla”.
LA NEGACIÓN DE PEDRO. 54 Entonces lo prendieron, lo llevaron y lo
hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote. Y Pedro seguía de lejos.
55 Cuando encendieron fuego en medio del patio, y se sentaron
alrededor, vino Pedro a sentarse entre ellos. 56
Mas una sirvienta lo vio sentado junto al fuego y, fijando en él su
mirada; dijo: “Este también estaba con Él”. 57 Él lo negó, diciendo:
“Mujer, yo no lo conozco”. 58 Un poco después, otro lo vio y le dijo:
“Tú también eres de ellos”. Pero Pedro dijo: “Hombre, no lo soy”. 59
Después de un intervalo como de una hora, otro afirmó con fuerza:
“Ciertamente, éste estaba con Él; porque es también un galileo”. 60 Mas
Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices”. Al punto, y cuando él hablaba
todavía, un gallo cantó. 61 Y el Señor se volvió
para mirar a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor, según lo
había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, tú me negarás tres veces”.
62 Y salió fuera y lloró amargamente. 63 Y los hombres que lo, tenían
(a Jesús), se burlaban de Él y
lo golpeaban. 64 Y habiéndole velado la
faz, le preguntaban diciendo: “¡Adivina! ¿Quién es el que te golpeó?”
65 Y proferían contra Él muchas otras palabras injuriosas.
ANTE EL SANHEDRÍN. 66 Cuando se hizo de día, se
reunió la asamblea de los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes y
escribas, y lo hicieron comparecer ante el Sanhedrín, 67 diciendo: “Si
Tú eres el Cristo, dínoslo”. Mas les respondió: “Si os hablo, no me
creeréis, 68 y si os pregunto, no me responderéis. 69 Pero desde ahora
el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”. 70 Y
todos le preguntaron: “¿Luego eres Tú el Hijo de Dios?” Les respondió:
“'Vosotros lo estáis diciendo: Yo soy”. 71
Entonces dijeron: “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Nosotros
mismos acabamos de oírlo de su boca”.
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LUCAS
23
JESÚS ANTE PILATO Y HERODES. 1 Entonces,
levantándose toda la asamblea, lo llevaron a Pilato; 2 y comenzaron a
acusarlo, diciendo: “Hemos hallado a este hombre soliviantando a
nuestra nación, impidiendo que se dé tributo al César y diciendo ser el
Cristo Rey”. 3 Pilato lo interrogó y dijo: “¿Eres Tú el rey de los
judíos?” Respondióle y dijo: “Tú lo dices”. 4 Pilato dijo a los sumos
sacerdotes y a las turbas: “No hallo culpa en éste hombre”. 5 Pero
aquéllos insistían con fuerza, diciendo: “Él subleva al pueblo
enseñando por toda la Judea, comenzando desde Galilea, hasta aquí”. 6 A estas palabras, Pilato preguntó si ese hombre era
galileo. 7 Y cuando supo que era de la jurisdicción de Herodes, lo
remitió a Herodes, que se encontraba también en Jerusalén, en aquellos
días.
8 Herodes, al ver a Jesús, se alegró mucho, porque hacía largo tiempo
que deseaba verlo por lo que oía decir de Él, y esperaba verle hacer
algún milagro. 9 Lo interrogo con derroche de palabras, pero Él no le
respondió nada. 10 Entretanto, los sumos sacerdotes y los escribas
estaban allí, acusándolo sin tregua. 11 Herodes lo
despreció, lo mismo que sus soldados; burlándose de Él, púsole un
vestido resplandeciente y lo envió de nuevo a Pilato. 12 Y he aquí que
en aquel día se hicieron amigos Herodes y Pilato, que antes eran
enemigos.
BARRABÁS Y JESÚS. 13 Convocó, entonces, Pilato a los sumos sacerdotes,
a los magistrados y al pueblo, 14 y les dijo: “Habéis entregado a mi
jurisdicción este hombre como que andaba sublevando al pueblo. He
efectuado el interrogatorio delante vosotros y no he encontrado en Él
nada de culpable, en las cosas de que lo acusáis. 15 Ni Herodes
tampoco, puesto que nos lo ha devuelto; ya lo veis, no ha hecho nada
que merezca muerte. 16 Por tanto, lo mandaré
castigar y lo dejaré en libertad. 17 [Ahora bien, debía él en cada
fiesta ponerles a uno en libertad]. 18 Y gritaron todos a una:
“Quítanos a éste y suéltanos a Barrabás”. 19 Barrabás había sido
encarcelado a causa de una sedición en la ciudad y por homicidio. 20 De
nuevo Pilato les dirigió la palabra, en su deseo de soltar a Jesús. 21 Pero ellos gritaron más fuerte, diciendo:
“¡Crucifícalo, crucifícalo!” 22 Y por tercera vez les dijo: “¿Pero qué
mal ha hecho éste? Yo nada he encontrado en él que merezca muerte. Lo
pondré, pues, en libertad, después de castigarlo”. 23 Pero ellos
insistían a grandes voces, exigiendo que Él fuera crucificado, y sus
voces se hacían cada vez más fuertes. 24 Entonces Pilato decidió que se
hiciese según su petición. 25 Y dejó libre al que ellos pedían, que
había sido encarcelado por sedición y homicidio, y entregó a Jesús a la
voluntad de ellos.
VIA CRUCIS. 26 Cuando lo llevaban, echaron mano a
un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, obligándole a ir
sustentando la cruz detrás de Jesús. 27 Lo acompañaba una gran
muchedumbre del pueblo, y de mujeres que se lamentaban y lloraban sobre
Él. 28 Mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “Hijas de
Jerusalén, no lloréis por Mí, sino llorad por vosotras mismas y por
vuestros hijos, 29 porque vienen días, en que se dirá: ¡Felices las
estériles y las entrañas que no engendraron, y los pechos que no
amamantaron! 30 Entonces se pondrán a decir a las montañas: «Caed sobre
nosotros, y a las colinas: ocultadnos». 31 Porque
si esto hacen con el leño verde, ¿qué será del seco?”.
LA CRUCIFIXIÓN. 32 Conducían también a otros dos malhechores con Él
para ser suspendidos. 33 Cuando hubieron llegado al lugar llamado del
Cráneo, allí crucificaron a Él, y a los malhechores, uno a su derecha,
y el otro a su izquierda. 34 Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen”. Entretanto, hacían porciones de sus ropas y
echaron suertes. 35 Y el pueblo estaba en pie mirándolo, mas los
magistrados lo zaherían, diciendo: “A otros salvó; que se salve a sí
mismo, si es el Cristo de Dios, el predilecto”. 36
También se burlaron de Él los soldados, acercándose, ofreciéndole
vinagre y diciendo: 37 “Si Tú eres el rey de los judíos, sálvate a Ti
mismo”. 38 Había, empero, una inscripción sobre Él, en caracteres
griegos, romanos y hebreos: “El rey de los judíos es Éste”.
EL BUEN LADRÓN. 39 Uno de los malhechores suspendidos, blasfemaba de
Él, diciendo: “¿No eres acaso Tú el Cristo? Sálvate a Ti mismo, y a
nosotros”. 40 Contestando el otro lo reprendía y decía: “¿Ni aun temes
tú a Dios, estando en pleno suplicio? 41 Y
nosotros, con justicia; porque recibimos lo merecido por lo que hemos
hecho; pero Éste no hizo nada malo”. 42 Y dijo: “Jesús, acuérdate de
mí, cuando vengas en tu reino”. 43 Le respondió: “En verdad, te digo,
hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
MUERTE DE JESÚS. 44 Era ya alrededor de la hora sexta, cuando una
tiniebla se hizo sobre toda la tierra hasta la hora nona, 45
eclipsándose el sol; y el velo del templo se rasgó por el medio. 46 Y Jesús clamó con gran voz: “Padre, en tus manos
entrego mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró. 47 El centurión, al ver lo
ocurrido, dio gloria a Dios, diciendo: “¡Verdaderamente, este hombre
era un justo!” 48 Y todas las turbas reunidas para este espectáculo,
habiendo contemplado las cosas que pasaban, se volvían golpeándose los
pechos. 49 Mas todos sus conocidos estaban a lo lejos –y también las
mujeres que lo habían seguido desde Galilea– mirando estas cosas.
LA SEPULTURA. 50 Y había un varón llamado José, que era miembro del
Sanhedrín, hombre bueno y justo 51 –que no había
dado su asentimiento, ni a la resolución de ellos ni al procedimiento
que usaron–, oriundo de Arimatea, ciudad de los judíos, el cual estaba
a la espera del reino de Dios. 52 Éste fué a Pilato y le pidió el
cuerpo de Jesús. 53 Y habiéndolo bajado, lo envolvió en una mortaja y
lo depositó en un sepulcro tallado en la roca, donde ninguno había sido
puesto. 54 Era el día de la Preparación, y comenzaba ya el sábado. 55
Las mujeres venidas con Él de Galilea, acompañaron (a José) y
observaron el sepulcro y la manera cómo fué sepultado Su cuerpo. 56 Y de vuelta, prepararon aromas y ungüento. Durante
el sábado se estuvieron en reposo, conforme al precepto.
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VI.
RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DE JESÚS (Cap. 24)
LUCAS
24
LA RESURRECCIÓN. 1 Pero el primer día de la semana,
muy de mañana, volvieron al sepulcro, llevando los aromas que habían
preparado. 2 Hallaron la piedra desarrimada del sepulcro. 3 Habiendo
entrado, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Mientras ellas
estaban perplejas por esto, he ahí que dos varones de vestidura
resplandeciente se les presentaron. 5 Como ellas estuviesen poseídas de
miedo e inclinasen los rostros hacia el suelo, ellos les dijeron: “¿Por
qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No
está aquí; ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo, estando aún en
Galilea: 7 que era necesario que el Hijo del hombre fuese entregado en
manos de hombres pecadores, que fuese crucificado y resucitara el
tercer día”. 8 Entonces se acordaron de sus palabras. 9 Y de vuelta del
sepulcro, fueron a anunciar todo esto a los Once y a todos los demás.
10 Eran María la Magdalena, Juana y María la (madre) de Santiago; y
también las otras con ellas referían esto a los apóstoles. 11 Pero estos relatos aparecieron ante los ojos de
ellos como un delirio, y no les dieron crédito. 12 Sin embargo Pedro se
levantó y corrió al sepulcro, y, asomándose, vio las mortajas solas. Y
se volvió, maravillándose de lo que había sucedido.
LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS. 13 Y he aquí que, en aquel mismo día, dos de
ellos se dirigían a una aldea, llamada Emaús, a ciento sesenta estadios
de Jerusalén. 14 E iban comentando entre sí todos estos
acontecimientos. 15 Y sucedió que, mientras ellos platicaban y
discutían, Jesús mismo se acercó y se puso a caminar con ellos. 16 Pero sus ojos estaban deslumbrados para que no lo
conociesen. 17 Y les dijo: “¿Qué palabras son éstas que tratáis entre
vosotros andando?” 18 Y se detuvieron con los rostros entristecidos.
Uno, llamado Cleofás, le respondió: “Eres Tú el único peregrino, que
estando en Jerusalén, no sabes lo que ha sucedido en ella en estos
días?” 19 Les dijo: “¿Qué cosas?” Y ellos: “Lo de Jesús el Nazareno,
que fué varón profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y de
todo el pueblo, 20 y cómo lo entregaron nuestros sumos sacerdotes y
nuestros magistrados para ser condenado a muerte, y lo crucificaron. 21 Nosotros, a la verdad, esperábamos que fuera Él,
aquel que habría de librar a Israel. Pero, con todo, ya es el tercer
día desde que sucedieron estas cosas. 22 Y todavía más, algunas mujeres
de los nuestros, nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al
sepulcro, 23 y no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron, diciendo
también que ellas habían tenido una visión de ángeles, los que dicen
que Él está vivo. 24 Algunos de los que están con nosotros han ido al
sepulcro, y han encontrado las cosas como las mujeres habían dicho;
pero a Él no lo han visto”. 25 Entonces les dijo: “¡Oh hombres sin
inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los
profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo
sufriese así para entrar en su gloria?” 27 Y comenzando por Moisés, y
por todos los profetas, les hizo hermenéutica de lo que en todas las
Escrituras había acerca de Él. 28 Se aproximaron a la aldea a donde
iban, y Él hizo ademán de ir más lejos. 29 Pero ellos le hicieron
fuerza, diciendo: “Quédate con nosotros, porque es tarde, y ya ha
declinado el día”. Y entró para quedarse con ellos. 30 Y estando con
ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio. 31 Entonces los ojos de ellos fueron abiertos y lo
reconocieron; mas Él desapareció de su vista. 32 Y se dijeron uno a
otro: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo dentro de
nosotros, mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las
Escrituras?”.
JESÚS SE APARECE A LOS ONCE. 33 Y levantándose en aquella misma hora,
se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los
demás, 34 los cuales dijeron: “Realmente resucitó el Señor y se ha
aparecido a Simón”. 35 Y ellos contaron lo que les había pasado en el
camino, y cómo se hizo conocer de ellos en la fracción del pan. 36 Aún estaban hablando de esto cuando Él mismo se
puso en medio de ellos diciendo: “Paz a vosotros”. 37 Mas ellos,
turbados y atemorizados, creían ver un espíritu. 38 Él entonces les
dijo: “¿Por qué estáis turbados? y ¿por qué se levantan dudas en
vuestros corazones? 39 Mirad mis manos y mis pies: soy Yo mismo.
Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne ni husos, como veis que
Yo tengo”. 40 Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41 Como aún desconfiaran, de pura alegría, y se
estuvieran asombrados, les dijo: “¿Tenéis por ahí algo de comer?” 42 Le
dieron un trozo de pez asado. 43 Lo tomó y se lo comió a la vista de
ellos.
DESPEDIDA Y ASCENSIÓN. 44 Después les dijo: “Esto es aquello que Yo os
decía, cuando estaba todavía con vosotros, que es necesario que todo lo
que está escrito acerca de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en
los Salmos se cumpla”. 45 Entonces les abrió la inteligencia para que
comprendiesen las Escrituras. 46 Y les dijo: “Así
estaba escrito que el Cristo sufriese y resucitase de entre los muertos
al tercer día, 47 y que se predicase, en su nombre el arrepentimiento y
el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por
Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y he aquí que
Yo envío sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Mas vosotros estaos
quedos en la ciudad hasta que desde lo alto seáis investidos de fuerza.
50 Y los sacó fuera hasta frente a Betania y, alzando sus manos, los
bendijo. 51 Mientras los bendecía, se separó de
ellos y fué elevado hacia el cielo. 52 Ellos lo adoraron y se volvieron
a Jerusalén con gran gozo. 53 Y estaban constantemente en el Templo,
alabando y bendiciendo a Dios.
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(*) La Sagrada Biblia.
Texto del Antiguo y Nuevo Testamento.
Versión directa de los textos primitivos y de la
traducción de la Vulgata Latina al Español.
Por Monseñor Juan
Straubinger, Dr. Honoris Causa de la Universidad de Münster
(Alemania), profesor de la Sagrada Escritura en el Seminario Mayor San
José de la Archidiócesis de La Plata (Argentina).
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párrafo (en mayúsculas) según Straubinger.
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Última revisión de este documento: 20 de Junio de 2022