SALMO 91
Tú que te abrigas en el retiro del Altísimo, y descansas a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “¡Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío!”
Porque Él te librará del lazo de los cazadores y de la peste mortífera. Con sus plumas te cubrirá, y tendrás refugio bajo sus alas; su fidelidad es escudo y broquel.
No temerás los terrores de la noche, ni las saetas disparadas de día, ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni el estrago que en pleno día devasta.
Aunque mil caigan junto a ti y diez mil a tu diestra, tú no serás alcanzado. Antes bien, con tus propios ojos contemplarás, y verás la retribución de los pecadores.
Pues dijiste al Señor: “Tú eres mi refugio”, hiciste del Altísimo tu defensa. No te llegará el mal ni plaga alguna se aproximará a tu tienda. Pues Él te ha encomendado a sus ángeles, para que te guarden en todos tus caminos. Ellos te llevarán en sus manos, no sea que lastimes tu pie contra una piedra.
Caminarás sobre el áspid y el basilisco; hollarás al león y al dragón.
“Por cuanto él se entregó a Mí, Yo lo preservaré; lo pondré en alto porque conoció mi Nombre. Me invocará, y le escucharé; estaré con él en la tribulación, lo sacaré y lo honraré. Lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.”
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