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Kim Philby – El Espía del Siglo / Pág. 72

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Transcripción

Ya entonces pudo empezar a pasar a los soviéticos informes sobre las relaciones anglo-alemanas, de las que estaba al tanto a través de los miembros de la Sociedad.

En febrero de 1937, sus controladores soviéticos le enviaron a España. Kim Philby, que había obtenido la corresponsalía de una pequeña agencia, la London General Press, pasó por París a recibir las últimas instrucciones y se dirigió luego a Hendaya, donde se hallaba el embajador británico, sir Henry Chilton.

Antecedentes familiares, prestigio social y las simpatías hacia los nazis de que alardeaba Philby indujeron al embajador a recomendar calurosamente al periodista antes las autoridades de Burgos.

Herido y Condecorado

Último día de 1937. La situación de los defensores de Teruel es desesperada. Se combate dentro del perímetro de la ciudad, pero el coronel Rey D'Darcourt resiste con la esperanza de recibir ayuda, que ya se acerca, según denuncia el fuerte cañoneo que llega próximo de noroeste.

Un nutrido grupo de corresponsales extranjeros se da cita en el cuartel del general Mola en Zaragoza. Entre ellos está Kim Philby.

Las vanguardias de Varela y de Mola están prácticamente en los arrabales de la ciudad. De un momento a otro se espera un comunicado oficial en el que se notifique la entrada de las fuerzas de Franco en Teruel.

Ocurre lo contrario: las reservas republicanas contraatacan a tiempo y frenan la ofensiva. Ese revés significará la caída de Teruel, calculan los periodistas que solicitan permiso para salir hacia el frente.

La tragedia les esperaba en Caude, situada a unos 12 kilómetros de Teruel y a menos de cinco de las líneas donde se combatía en aquellos momentos. Tal como les había advertido Aranda, el cañoneo entre ambos bandos era tremendo.

Esta crónica de Philby está fechada el 1 de enero y fue publicada por The Times al día siguiente:

El incidente ocurrió en la plaza principal de Caude, pequeño pueblo a pocos kilómetros de Teruel. Los autos de la Prensa estaban detenidos allí en espera de otro vehículo que se había retrasado, y los periodistas, después de unos pocos minutos de deambular por el pueblo, regresaron a sus automóviles para protegerse del intenso frío.

Este corresponsal se reunió con Mr. Neil y Mr. Sheepshanks, en el auto de ellos, y pocos minutos después Mr. Johnson, fotógrafo del semanario Newsweek, se instaló al volante.

El grupo estaba fumando en un esfuerzo para elevar la temperatura cuando un proyectil estalló cerca del radiador y acribilló e metralla el vehículo.

Este corresponsal pudo abandonar el automóvil y atravesar la plaza hasta el muro donde se protegía un grupo de soldados. Desde allí fue llevado a un puesto de primeros auxilios, donde le curaron rápidamente unas leves heridas en la cabeza.

Entretanto, los oficiales españoles se esforzaban valerosamente, sin hacer caso de los proyectiles que caían, en rescatar a los ocupantes del coche.

Mr. Johnson había recibido un casco de metralla en el costado y debió de morir instantáneamente.

Mr. Sheepshanks respiraba aún cuando llegó el grupo de rescate con las camillas. Había resultado herido en el rostro y la cabeza, y desde el principio fue evidente que tenía pocas probabilidades de sobrevivir. Murió en el hospital de Monreal, a las siete de la tarde, sin haber recobrado el conocimiento.

Mr. Neil estaba plenamente consciente cuando fue llevado en una camilla al puesto de primeros auxilios de Caude, y mostró preocupación por el destino de su máquina de escribir. Tenía una pierna fracturada por dos sitios, y posteriormente se le extrajeron de la misma treinta y cinco pedazos de metralla. Fue llevado a Zaragoza y operado. Pero la gangrena hizo su aparición y ha muerto al mediodía de hoy.

Philby, que apenas menciona sus herida, estuvo en grave peligro, con importantes quemaduras en la cabeza y una gran herida en el brazo. Aranda dio parte del incidente al general Dávila Arrondo, ministro de defensa, que le gestionó la concesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar. Se la impuso, en Burgos, el propio general Franco, el 2 de marzo de 1938

Revista Historia 16


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